«El progreso y la ampliación de los mercados, al no estar regulados ni por la política ni por la ética, llevan al mundo a una encerrona de la que habrá salida sólo si ocurre una decisiva transformación de las sociedades.

En todo el planeta crecen las comunicaciones, pero aumenta la incomprensión. Las sociedades son cada vez más dependientes entre sí, pero están cada vez mas dispuestas a desgarrarse unas a otras. La occidentalización engloba al mundo, pero provoca como reacción encierros identitarios, étnicos, religiosos y nacionales.

Las mentes abstractas ven la ceguera de los fanáticos, pero no la suya. Las dos cegueras, la de la irracionalidad concreta y la racionalidad abstracta, se conjugan para ensombrecer el siglo naciente.

La barbarie del siglo XX desató en muchas áreas de la humanidad los flagelos de dos guerras mundiales y de dos supertotalitarismos. Los rasgos bárbaros del siglo XX siguen todavía presentes en el XXI, pero la barbarie del siglo XXI, preludiada en Hiroshima, trae consigo además la autodestrucción potencial de la humanidad.

La barbarie rencorosa surgida de lo profundo de las eras históricas se combina con la barbarie anónima y fría propia de nuestra civilización.

Todavía no ha surgido una sociedad civil planetaria. Falta formular una verdadera alternativa.

Lo probable es aquello que para un observador en un tiempo y un lugar dados, disponiendo de las informaciones mas confiables, se presenta como el proceso futuro.

Y todos los procesos actuales llevan a la catástrofe.

Pero sigue siendo posible lo improbable, y la historia pasada nos demostró que lo improbable podía reemplazar a lo probable como sucedió a fines de 1941, comienzos de 1942, cuando la probable larga dominación del imperio hitleriano sobre Europa se volvió improbable para abrir paso a una probable victoria aliada.

De hecho todas las grandes innovaciones de la historia quebraron las probabilidades: fue lo que pasó con el mensaje de Jesús y Pablo, con el de Mahoma, con el desarrollo del capitalismo y luego del socialismo.

Por lo tanto la puerta a lo improbable está abierta aunque el aumento mundial de la barbarie lo vuelva inconcebible en el momento actual.

En el mundo humano, como lo señaló Magoroh Maruyama, el feedback positivo, al desintegrar antiguas estructuras anquilosadas, puede suscitar la aparición de fuerzas de transformación y regeneración. La metamorfosis de la oruga en mariposa nos ofrece una metáfora interesante: cuando la oruga entra en el capullo, lleva a cabo la autodestrucción de su organismo de oruga y éste proceso es al mismo tiempo el de formación del organismo de mariposa, que será a la vez igual y distinto a la oruga. Eso es la metamorfosis.

La metamorfosis de la mariposa está organizada previamente. La metamorfosis de la sociedades humanas es aleatoria.

Así como nuestro organismo contiene cepas celulares no diferenciadas capaces, como las células embrionarias, de crear todos los distintos órganos de nuestro ser, del mismo modo la humanidad posee las virtudes genéricas que permiten las nuevas creaciones, si bien es cierto que estas virtudes están adormecidas, inhibidas bajo las especializaciones y las rigideces de nuestras sociedades, las crisis generalizadas que las sacuden y sacuden al planeta podrían suscitar la metamorfosis que se ha vuelto vital. Por eso es necesario pasar por la desesperanza para recuperar la esperanza»

EDGAR MORIN
Clarín y Le Monde-2003

Los vínculos humanos caldeados de recorres y asfixia, del narcisismo fundamentalista que horada la alteridad piden auxilio a la improbable confianza en el tejido de redes de una escucha serena, custodia de subjetividades entrelazadas, producidas y productoras de libertad.

La simbiosis característica de pensamientos globalizados y actuaciones viciosas justifican la más de las veces la necesaria injusticia de la desestimación de lo diferente.

La ecología amorosa recompone la esperanza en la improbable sed de constitución de un caos organizador para todos nosotros, los habitantes del planeta tierra, que destituya la probable tiranía de oídos sordos, pieles ásperas y ojos cerrados a las innumerables situaciones sin respuestas generadoras de malestar, agresión e irritabilidad cotidiana en que vivimos.

El agobio psíquico, las psicosomatosis, el altísimo nivel de stress de los ejércitos de desocupados que deambulan por países y continentes ha hecho común el sentimiento de desesperanza que expulsa la posibilidad de una ocupación integradora.

¿El arte imposible de la amistad? ¡caminos de fantasías con dedos redondos vacíos de tiempo girando un octógono de sinceridad!

Licenciada Rut Diana Cohen



Tal vez mi visión de la justicia esté influida por el ambiente en el que vivo. Me refiero a que parece que en todos los ámbitos, ya sea el humano o el natural, lo que prima es otro tipo de leyes que no tienen que ver con la justicia.

No es justo que niños mueran de hambre en un país rico en alimentos, que de hecho provee a muchas millones de personas en el mundo, como pasa en Argentina. No es justo que unos pocos tengan el poder y lo ejerzan en forma perversa en contra de las grandes mayorías.

Pero tampoco es justo que estemos destruyendo el hábitat de miles de pobres animalitos, o condenarlos a la falta de alimentos por el avance de las ciudades.

Situaciones injustas hay infinitas y sería imposible de enumerar.

Parecería, desde esta visión, que la ley que prima el la de lo injusto, la del débil que debe ser aniquilado, o como suele llamarse la ley del mas fuerte.

Tal vez en países del llamado primer mundo se llegue a creer que se vive justamente, que hasta el más pobre tiene su representación en el poder y tiene derecho a un mínimo de alimento. Pero dudo que sea así fuera del pequeño circuito en donde se desarrolla su vida y los pocos lugares del mundo donde reina tal estado de cosas.

Es desalentador comprobar que no hay leyes certeras en el mundo natural, y hasta parece que la única ley que rige es la ausencia de toda ley.

Como humanos, nos gusta estructurar nuestra psiquis de acuerdo a patrones que nos haga la vida más previsible. Si por un instante nos hiciéramos conscientes de la cruda realidad, de una percepción enfocada en el desorden natural del mundo, nos produciría tal pánico que por cualquier medio buscaríamos encontrar familiaridad en algo, y desesperadamente recompondríamos la interpretación de la percepción de algún modo. Por eso la tenemos organizada en "clases de cosas" que por alguna afinidad específica, las hace compatibles.

Para el humano en sociedad, la creencia en la justicia, le da tranquilidad y le permite planear su futuro de algún modo, le da seguridad y autoestima.

Salvo que tengamos una visión esotérica del asunto, pensando que la justicia se manifiesta en otros órdenes, o en otras dimensiones o en otras vidas, es difícil encontrar esquemas de justicia que tengan un circuito completo de realización, menos en el mundo de lo natural.

De hecho, la injusticia no me parece que sea la ley que rige, aunque los resultados parezcan injustos. Tendería mas a pensar en complejas leyes con infinidad de variables independientes. O bien en la ausencia de ellas. Desde ya, solo me estoy refiriendo a los procesos que rigen el desarrollo de los eventos humanos y no humanos apreciables con los sentidos comunes. Si entramos en aspectos filosóficos o religiosos, todo puede conjeturarse y también todo puede ser posible, sin descartar que alguna versión sea la que realmente ejerza su dominio.

Los problemas surgen cuando nos suceden cosas que consideramos injustas. Nos preguntamos ¿porqué a mi? ¿porqué me merezco esto?

Este tipo de preguntas, que sin duda todos nos hicimos alguna vez, tiene encubierta la creencia de la existencia de leyes. Si algo nos parece injusto es porque pensamos que hay algo que es lo justo, que es lo que merecemos o lo que debería haber sido.

Pero qué curioso si creemos tener el poder de saber lo que debe pasar, porque significa que el imperio de estas creencias en nuestra mente, nos impulsa a pensar que somos poderosos y tenemos el control. Demás está demostrado que solo controlamos en forma limitada nuestras vidas. Tal vez de ahí deviene la lucha por el poder: de la creencia que uno pude prever el futuro. Puede haber estrategias que lleven cerca del fin buscado, pero nunca deja de asombrarnos los imprevistos. Recuerdo la anécdota de una fabrica de aeronaves que hizo un hangar tan grande para evitar las lluvias, que terminó por generar un microclima con lluvias propias.

Cuando alguien se pregunta "porqué me pasa esto justo a mi", está diciendo que esperaba otra cosa, tenía otra construcción mental de lo que se merece, y a mi modo de ver, esa visión está influida por la creencia de lo que es justo y lo que no lo es. Hay desde ya elementos de apoyo para decir que uno merece esto o aquello. Si fui bueno y no hice el mal (desde una visión religiosa) entonces merezco el bien. Es evidente que en un caso como este, la creencia en un dios que es justo y distribuye justicia de acuerdo a ciertos méritos, es decir, ciertas acciones, define una visión particular del mundo y un obrar en consecuencia.

Pienso que disolveríamos un montón de sufrimientos si logramos seleccionar las creencias que van a guiar nuestras vidas. Pensar, por ejemplo, en una ley de "reparto aleatorio" en lugar de la ley de justicia, podría aportar menos sufrimiento a alguien que le pasó una desgracia. En vez de ¿porqué me sucedió a mí?, ¿qué hice para merecer esto?, uno podría pensar que en el festín de la vida, todos tenemos sorpresas buenas y malas, y cada uno tiene que aceptar lo que le toque en suerte con el mayor valor e integridad posibles.

Licenciado Alejandro Giosa



"A lo largo y ancho de EE.UU., departamentos de emergencia hacen frente a nuevos records en número de pacientes. Para paliar este problema, los distintos hospitales que forman el Sistema de Salud de Johns Hopkins están buscando soluciones creativas. Recientemente, uno de esos hospitales, Howard County General (a media hora del hospital Johns Hopkins) creó un nuevo programa que ha permitido reducir admisiones hospitalarias caras e innecesarias."

La nueva "unidad de dolor de pecho" ya había sido puesta a prueba con mucho éxito en otro hospital del Sistema Johns Hopkins: Johns Hopkins Bayview.

"Una de las grandes ventajas de las unidades de dolor de pecho", nos explica el Dr. Edward Bessman, Director del Departamento de Emergencia de Bayview, "es que nos permite identificar a aquellos pacientes que pudieran parecer que no tienen un síndrome coronario agudo, pero que de hecho lo tienen".

Antes de la creación de esta unidad, cuando un paciente se quejaba de dolor de pecho, el protocolo indicaba la admisión a la unidad de cuidado intensivo del hospital o la unidad de cuidado intermedio. Muchos de esos pacientes tenían síntomas que parecían indicar problemas cardiacos, como malestares musculares o respiratorios, pero menos del cincuenta por ciento de las veces eran pacientes con verdadero dolor cardiaco.

Estos pacientes, según la enfermera en jefe del departamento de cuidados intermedios, Colleen Thorton, necesitaban ser observados y no necesariamente ser admitidos en una unidad de cuidados intensivos: "Estas admisiones no sólo estaban encareciendo el costo del cuidado sino que también estaban ocupando valioso espacio en cuidados intensivos que pudiera ser mejor utilizado en otros pacientes."

Al notar las cifras, el equipo de Howard County tuvo la idea de crear una unidad de estancia corta que permitiera a los pacientes recibir algunos de los equipos de observación de alta tecnología existentes en la unidad de cuidados intensivos.

Si las primeras pruebas dan como resultado que el dolor de pecho está relacionado con un problema que no requiere hospitalización, el paciente puede ahora ser dado de alta en 12 horas. La unidad de 13 camas cuenta con un enfermero por cada cinco o seis pacientes, y no un enfermero por cada dos pacientes como ocurre en la unidad de cuidados intensivos.

A través de mejoras en eficiencia, el equipo ha conseguido reducir la estancia en la unidad de dolor de pecho a 12 horas. En un mes, de los 90 pacientes que visitaron la unidad sólo 10 fueron admitidos al hospital y 4 fueron trasladados a otro hospital de cuidado más alto. Como promedio sólo 16 por ciento de los pacientes con dolor de pecho son admitidos al hospital.

Dado que la unidad de dolor de pecho suele estar solamente a mitad de uso, otros pacientes que necesitan administración de corto plazo son también enviados a esta unidad. (Pacientes que solo necesitan ser hidratados o nebulizados, por ejemplo)

"Ya que teníamos camas disponibles, decidimos ocuparnos también de otros problemas como dolor abdominal, pacientes asmáticos, TIA". Según la enfermera Thorton la unidad funciona bien y tanto los doctores, el resto del equipo clínico como los pacientes están muy satisfechos con los resultados.

Un nuevo centro en Hopkins: innovaciones en mejora de calidad

Richard Davis no sólo trabaja como administrador de servicios ambulatorios en Johns Hopkins. Junto con otros líderes de la institución como el Dr. Peter Pronovost (ver artículo en la página anterior) este administrador ha creado el Centro de Hopkins para Innovación en Calidad en Cuidado al Paciente. Esta unidad se ha inspirado en programas de calidad utilizados en otras industrias (por ejemplo la de aviación) para simplificar procedimientos y aumentar la seguridad de los pacientes y empleados sanitarios.

Por ejemplo, en un programa piloto, un equipo de Hopkins comenzó a analizar las incidencias de infecciones creadas por catéteres en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI). Observando los procedimientos se pudo determinar que un médico tenía que acudir a occho lugares distintos para tomar todos los materiales necesarios para insertar una línea principal. ¿La solución? Crear un carrito que mantenga en un solo lugar todos los materiales necesitados por el médico. En otro ejemplo relacionado con infecciones, se descubrió que el personal clínico en habitaciones de aislamiento eran continuamente llamados fuera de la habitación. "Para responder una llamada de teléfono, el personal encargado de la unidad de aislamiento necesitaba salir de la habitación, retirar toda la vestimenta profiláctica y volver a cubrirse al regresar", explica Richard Davis. El problema se resolvió permitiendo el uso de teléfonos móviles en estas salas.

El centro está desarrollando en la actualidad más de una docena de iniciativas de este tipo. Una de las principales metas es poder crear procesos que eliminen trabajos adicionales para el cuerpo de enfermería permitiéndole doblar el tiempo que estos y estas profesionales ocupan dónde más falta hacen: junto a la cama del paciente.

Otra iniciativa en la que enfermeros y enfermeras han estado muy involucrados ha sido en la Unidad de Cuidados Intensivos Postoperatorios. Como muchos de los errores en medicación ocurren durante el traspaso de unidades, un nuevo protocolo fue desarrollado junto con el cuerpo de enfermería para reconciliar la lista de medicamentos para cada paciente antes y después de estar en la unidad. En áreas de tanto posible peligro, como son la administración de medicamentos a enfermos de cuidados intensivos, las eficiencias se crean al establecer redundancias. Estas redundancias permiten que una y otra vez se verifique que el régimen de medicamentos del paciente es el apropiado.

"En el proceso de reconciliación de la medicación, los enfermeros han identificado puntos en los que facilitan la continuación del cuidado desde antes de entrar al hospital hasta la salida de la UCI", explica Karen Earsing, la enfermera en jefe de esta unidad. "Tenemos siete preguntas claves que de forma rápida nos aseguran que todos los empleados están pendientes del historial del régimen y no sólo durante su estancia en la UCI".

Health I. G. News



Si los objetivos idealistas del hombre son el Bien y la Belleza; la Justicia, como derivado de ambos, debe ser el elemento más preciado cuando hablamos de Sociedad.

El Estado, sin justicia o sin leyes, es una autoridad totalitaria no muy diferente a los regímenes feudales o monárquicos.

La justicia debe tener al Bien y la Belleza como origen y objetivo finales, para que sea útil al hombre. De la misma manera en que la Sociedad debe estar orientada hacia la felicidad humana.

En las formas de organización primitivas el hombre cedió su poder personal a un jefe o a un sacerdote a los cuales conocía y reconocía como tales.

El individuo estaba tan cerca del poder que las leyes no eran necesarias y la justicia se impartía de manera más o menos conveniente para todos.

El juicio salomónico se basó en un profundo conocimiento de la naturaleza humana y de los individuos.

Muy pronto este tipo de sociedad tribal fue reemplazada por formas mas complejas donde el poder estuvo distribuido alternativamente entre el Estado y la Iglesia.

Finalmente, con el advenimiento de la era industrial, ambos poderes parecieron ponerse de acuerdo y sustentarse mutuamente.

El sistema democrático pasó a ser, por consenso mayoritario, la mejor forma de gobierno posible.

Poco a poco, el Estado fue concentrando mayor poder, restándoselo a la autoridad eclesiástica y al individuo, quien pasó a formar una sociedad «automática», es decir, un tipo de organización donde todo funciona como «por sí solo» sin la participación real del ciudadano.

Dentro de este tipo de sociedad el poder es detentado por grupos anónimos que apoyan a diferentes partidos en una especie de apuesta consensual.

Aparentemente, el ciudadano se expresa periódicamente a través del voto, eligiendo entre líderes o partidos impuestos desde un complejo aparato propagandístico.

Nada más alejado de la realidad que el creer que el individuo ha mantenido alguna porción del poder que, alguna vez, cedió, por necesidad o comodidad.

En esta forma de democracia, las leyes y la justicia son administradas para defender a los que detentan el poder y para mantener el sistema tal cual existe.

El sistema social, que debiera ser un ente vivo y cambiante, se transforma en un tremendo aparato que se opone a todo cambio.

¿Por qué decimos que el sistema debiera ser cambiante? Porque el sino de la vida es la evolución y el hombre necesita evolucionar para ser feliz. La evolución es cambio y es imposible en un caldo de cultivo limitado.

Evolucionar equivale a abandonar cada vez más sus características animalescas, para acercarse a una humanización cada vez mayor.

Cuando el tiempo exige que el Estado comience a disminuir su poder a favor del individuo, sucede que se torna más duro y absorbe más poder.

En los tiempos que corren, no es necesario fundamentar que la orientación de la Sociedad no contribuye a la felicidad del hombre, sino que está concentrada exclusivamente en los objetivos de la producción.

El resultado de esta deshumanización de las metas sociales es que el hombre se encuentra limitado en sus libertades y frustrado en su producción diaria. Ningún trabajo lo alienta y encuentra en la tarea cotidiana sólo aburrimiento y desasosiego.

En este contexto la institución de la justicia, deja de servir al objetivo máximo de la humanización, para servir al de la producción.

Pero la producción es enemiga de la evolución y del mejoramiento del hombre. ¿Por qué decimos esto?

Porque el capitalismo se basa en el hecho de que es posible comprar fuerza de trabajo a cambio de dinero. Siendo el dinero un valor abstracto establecido arbitrariamente, se utiliza para adquirir «fuerza de trabajo», es decir: tiempo de personas vivientes. El «capital» compra «vida». Y el valor de la «vida» es establecido, también arbitrariamente, por quienes concentran mayor capital.

La justicia institucional defiende posturas como la anterior que, desgraciadamente, son consideradas naturales y aceptadas cuando, a toda razón, son abominables.

Se podría decir que, de todas maneras, no hay otra forma de organizar la sociedad, pero sí la hay, sólo que nuestros oídos y entendimiento han sido sellados por una educación que, también, opera a favor de este criterio productivo.

Si hemos de abogar por algo, que sea por un Estado que comprenda que la única forma de contribuir a la felicidad humana es desaparecer poco a poco. La justicia administrada «desde afuera» tampoco es necesaria, pues el hombre posee inherentes a su vida la capacidad para discernir el Bien y la Belleza.

Cañada de Gómez, 15 de enero de 2003
exclusivo para «S.O.S. Psicólogo»
Juan Carlos Laborde



Enviar a un(a) amigo(a)
    enviar a un(a) amigo(a)    
   Imprimer/Imprimir
    imprimir    
   Vuestra opinión sobre estos artículos
    vuestra opinión sobre estos artículos    

Regreso en visualización clásica