(Humberto Vargas Fallas - Misionero laico) Acepte la bendición El Señor está poniendo en sus manos un regalo excepcional: el regalo de un nuevo día. En este día usted puede empezar a creer en usted y estimarse en todo cuanto vale. En este instante puede empezar a deshacerse de sus pensamientos derrotistas, de su tristeza crónica, de sus emociones enfermizas, de sus creencias erróneas. No se detenga a conversar con su falta de fe, simplemente decídase a creer. No se detenga a conversar con su baja autoestima, simplemente valórese y parta de ese punto para ser diferente. Si usted se encontrara al borde de un principio, yo entendería que usted vacilara para lanzarse, pero en este momento NO TIENE QUE VACILAR EN CREER EN USTED. De lo que usted decida en este momento dependerá su recuperación emocional futura. Recuerde esto: Si usted dice en su mente «me rindo», otra persona estará diciendo: ¡Gracias, Señor, por esta oportunidad de triunfo! Recuerde algo: Lo que usted desprecia, otro lo recoge y triunfa. Acepte la vida de bendición que Jesús le está ofreciendo.
Cada cosa que haga de ahora en adelante, Señor Jesús, la llevaré a cabo como si Tú mismo en persona me lo estuvieras pidiendo. Todo lo que haga de ahora en adelante lo haré con alegría, con entusiasmo, sabiendo que en todo lo que emprenda me irá bien, pues, tu bendición me acompaña siempre en todos mis caminos. |
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Guía mensual de oraciones y meditaciones comunicado por Jacqueline de Pierrefeu et
Diana Villeda (Honduras)
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Voy a hacer algunas reflexiones previas, un tanto inconexas al principio respecto al coraje.
«Le cuesta al cuerpo tener coraje porque el cuerpo sufre, le duele el trabajo. En nuestra imaginación podemos ser súper héroes con mucho coraje, pero eso es porque no duele. Cuando hay que poner el cuerpo y el esfuerzo la cosa cambia. Podría decir que al espíritu no le hace falta coraje para Ser con total plenitud, pero al cuerpo lo acobarda el sacrificio y el dolor. Coraje y pereza. La pereza ataca al coraje y no la deja vivir. Tener coraje significa haber vencido a la pereza. La constancia es la semilla del coraje y la mayor enemiga de la pereza.» Me gustaría hablar del coraje que yo llamaría «verdadero» coraje más allá de toda proeza material: El coraje de vivir la vida haciendo lo mejor que sea posible hacer por un ser humano, como el referente que hace Kant al hablar del imperativo categórico. Considero que la vida puede vivirse de tres modos (como para hacer una simple enumeración): vivir la vida, sobrevivir la vida y supervivir la vida. Vivir la vida es lo que hacemos todos, nos procurarnos las necesidades básicas y tratamos de encontrar la felicidad la mayor cantidad de veces posible. Sobrevivir la vida considero que podría llamarse vivir pero con algunos preceptos fundamentales (tres) a saber: Respecto a la última clasificación que nombré es decir la de supervivir la vida, consistiría en llevar una vida disciplinada en busca de las potencialidades del espíritu, con muchas actividades positivas para el crecimiento interno que abarquen las virtudes del ítem anterior «sobrevivir la vida». Una vida con costumbre de prácticas que embellezcan el espíritu y que tengan la propiedad de ser permanentes, indeclinables y súper constantes transforman al hombre en una súper maquina que todo lo puede.
Una persona constante puede lograrlo todo. No importa su inteligencia ni sus capacidades innatas, ni su dinero, ni su tiempo, ni excusa alguna de las que solemos usar. La constancia lo puede lograr todo, y una persona con constancia en busca de un objetivo es una persona a la que yo consideraría como la del máximo coraje posible. No hay obstáculo que le ponga freno a los objetivos de un ser humano con férrea determinación. Si no encuentra su camino por un lado, prueba incansablemente hasta que lo encuentra. Coraje entendido como «valor para hacer una cosa» se manifiesta en la persona constante como primera virtud. No puede entonces haber alguien con más coraje que una persona constante en busca de su espíritu. |
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Licenciado Alejandro Giosa
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Coraje significa valor y también enojo. ¿Será este un error del lenguaje?
Algo de tanto valor para las raíces de nuestra cultura, algo que apreciamos en nuestros héroes ¿podría ser confundido con un defecto como la furia? Pues: el valor es el aspecto positivo de la furia. En el Budismo del Sutra del Loto, la furia es uno de los cuatro caminos del infierno; pero, a diferencia de los otros, es el único que puede "sacarnos" de estos caminos. El sendero infernal más bajo es el propio estado de infierno, en términos modernos equivale a la depresión profunda, un estado en el que se carece de energía para salir de él. Le sigue el estado de hambre, que es la necesidad nunca satisfecha. Luego estupidez o animalidad, donde nos vemos motivados a halagar al fuerte y aprovecharnos del débil y cometemos actos indecibles por obtener placer y alejarnos del dolor. La furia aparece con la insatisfacción. Pero aquí es donde la voluntad humana está provista de suficiente energía como para cambiar el sentido de la propia vida. Donde podemos transformar el enojo en valor para salir de estos estados de ignorancia. El valor redime al bárbaro. Da sentido a la muerte y al dolor. Tal vez por eso, junto con el honor, esta virtud fue una de las más reverenciadas por los antiguos. Algunos creen que es una cualidad netamente masculina, pero me atrevería a decir que es, o debió ser, una cualidad humana. En los anales de la historia tenemos ejemplos como los de la reina Boudica, que, con su bretones, se enfrentó a las columnas del Imperio Romano, en una guerra que no podía ganar. Sin mencionar a los millones de mujeres que, a diario, enfrentan la adversidad, los partos y las enfermedades con una entereza digna de guerreros de capa y espada. ¿Por qué el valor es una cualidad diferente, con esta ambigua concepción? Porque marca la diferencia fundamental, el punto de quiebre de la relación con la vida: o somos dolientes y quejosos y dispuestos a ser llevados a la piedra de sacrificios... o somos valientes y capaz de enfrentar a la muerte para defender la dignidad de nuestra vida. En ese punto los verdaderos humanos se diferencian de los que aspiran a serlo. Pueblos sometidos o pueblos que defienden su libertad. Hombres sumisos u hombres orgullosos. Nos enseñaron a pasar por el agujero de una aguja (por el que no pasa un camello), a ofrecer la otra mejilla, a ser humildes. A hacer la fila en la escuela y el supermercado. A que el crimen no paga. A que hay que esperar hasta la próxima votación para sacar al mal gobernante. Nos negaron el derecho a romper las reglas, a levantar la voz y dar portazos. Cambiamos espontaneidad por cortesía. Y en el camino se nos olvidó el valor... Hubo un tiempo en que no éramos así. En los textos chinos hablan de los "hombres de la antigüedad", que "eran altos como torres". Por el Antiguo Testamento sabemos de los longevos héroes patriarcas del judaísmo. Los celtas tenían sus "fianna", ejércitos que no obedecían al rey y equilibraban la balanza del poder. En el presente, el Estado está armado... el ciudadano no. Y todos los días nos muestran con hechos del peligro de que el ciudadano común posea un arma. Y no es que ame las armas, las detesto. Pero nadie debería tener una. ¿Cómo defender la ley? Pues... con valor... La carencia de armas garantiza la voluntad de la mayoría. La carencia de armas de fuego propicia el retorno del valor. ¿Y por qué el valor es necesario? Porque es un beneficio para la evolución de la humanidad. Sin el valor, nos quedamos dando círculos en los cuatro caminos infernales: infierno... hambre... estupidez... furia... infierno... De vez en cuando un éxito nos lleva al sexto cielo: el éxtasis, que, rápidamente, nos devuelve al estado de hambre (hambre de más éxtasis) Con valor, podemos dar el salto de la furia al estudio, la comprensión y el dominio de la propia vida: los estados de iluminación. No estamos aquí para ser ricos. No estamos aquí para edificar imperios. No estamos para ser muchos y callados. Estamos aquí para mejorar. exclusivo para «S.O.S. Psicólogo»
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Seonaidh Labraidh
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Quiero que sepas Tía que
te admiro por tu fortaleza porque a pesar de haber sufrido una gran enfermedad, de padecer dolores en el alma, pena y desamor en tu corazón, continúas creyendo en el amor divino de Dios, manteniendo viva la ilusión de vivir levantándote cada vez que te derrumbas con más fuerza para seguir luchando en esta vida.
Dios te dio otra oportunidad para vivir,
Eres tú, con tus energías positivas,
No cambies nunca Tía,
Tu fortaleza es un ejemplo de vida para mí. |
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Prof. Carla Manrique
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