Desde que el hombre observa la naturaleza él busca la verdad. ¡Los hombres no se entienden más, cada uno es un especialiste, diálogos de sordos! Es importante entonces luchar por el humanismo contra las consecuencias de éste análisis. Frecuentemente nos observamos con excesiva indulgencia, no nos vemos como realmente somos ni cómo nos ven. Cuando queremos hacer el balance moral de nuestra jornada encontramos una cantidad de cosas malas sobre todo si no somos indulgentes con respecto a nosotros mismos. Cómo no entristecernos si a la noche nos jugamos escrupulosamente mientras en el día hemos actuado sin escrúpulos. Es durante la acción que deberíamos mostrarnos exigentes con nosotros mismos y no en el confesionario ó en nuestro cuarto antes de dormir. Pero durante el día estamos embarcados en la acción, en la lucha, defendiéndonos y ganando nuestra vida. Conócete a ti mismo recomendaban los antiguos sabios. Haz cada noche tu examen de conciencia como aconsejan el sacerdote y el pastor. |
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Doctora E. Graciela Pioton-Cimetti
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Era el 17 de enero del 2015, hacia las tres de la tarde.
Volvía a Francia luego de 45 días en Argentina. Me miré una última vez en el espejo del ropero del hotel de la Marina, Avenida Córdoba y Florida, Buenos Aires, Argentina. ¡Estaba vestida de verano! En el momento de partir tomé mi abrigo de invierno y guardé en mi bolso de viaje un pull-over de cachemira y zoquetes. Nada más. Hacía 35 grados. Mi sería sufriciente para afrontar el frío de Paris porque llevaba el calor adentro. Fue en ese momento que el balance de mi vida se desencadenó. *** Mi vida la sido un eterno ir y venir en todos los sentidos: por la pareja, por la familia, por los estudios, por la profesión y porque siempre soñé encontrar la felicidad la más perfecta posible para que me acompañara toda la vida. Siempre quise saber más y más, comprender más y más. Debo haber nacido buscadora de verdades desde la primera vez que puede dar un paso sola. Me hubiera gustado vivir un buen tiempo en cada país que conocí. Soy nómade como mis ancestros mongoles del norte de Italia y sedentaria como mis ancestros romanos. *** Para partir lo hice con un conjunto negro, un traje sastre bien cortado, más difícil a encontrar que un vestido de fiesta sobrio y simple como las noches de verano de mi país y como los parterres florecidos de la Plaza San Martín. El cielo estaba azul y el sol parecía brillar solamente para mi que le decía hasta pronto. En el auto de mi hijo que me llevaba a Ezeiza, el aeropuerto internacional, no tuve ni siquiera la fuerza de hablar, solo contemplé el paisaje, siempre con el gusto del adios, por el caso que fuera la última vez, es decir una partida sin regreso. ¿Estoy más feliz en Argentina que en Francia? No puedo contestar. Me miré en el espejito de mi cartera. El hecho de verme me trajo paz. Al menos podía afirmar que existía en este mundo, en la tierra, encarnada... *** Hicimos de checking con mi hijo y partimos cada uno hacia nuestro destino : él a jugar al footbal como todos los sábados a la tarde. En su espacio infantil al interior de su vida profesional, seria y minuciosa y yo hacia Francia. *** Entré en la sala VIP, llené un plato de emparedados y alfajores y tomé dos ó tres tazas de café. Elegí un sillon de espaldas al exterior. Si, bajé la persiana y me lancé a mi balance. No había ningún ruido, el espacio elegido era propicio para una observación neutral. Estaba en un espacio (paréntesis entre los dos mundos). De todas maneras descubrí que la situación la más agradable para mi era estar sola conmigo misma Tanto he aguantado los otros en mi vida sin poder ponerlos en su lugar que mi presencia me parece agradable y tolerante. *** Festejé mi cumpleaños, el 18 de diciembre del 2014 en Argentina, en Salta, en familia. Mi hijo me había obsequiado el viaje al Norte que yo no conocía. Estuvimos también en Jujuy y en Bolivia. Más tarde estuve en Merlo, San Luis donde vive mi mejor amiga, con la cual lo hemos compartido todo desde nuestro nacimiento y con la cual nunca estuvimos en conflicto. *** Lo primero que surge de mi balance es que vivo las cosas en presente come si todo fuera al mismo tiempo efímero y permanente. Registro todo e inmortalizo el instante que es el único que existe. No ten go diario de viaje pero una memoria oceánica que guardar todo en tres dimensiones. No necesito fotos. ¡Todo está ahí! (como la presencia de mi padre y de mi perro). Yo los quiero a todos pero no son tan accesibles como ellos dos. *** Balance de familia. ¡Hubiera podido ser mejor! Frecuentándonos más. Fui una madre amiga de mis hijos, una buena madre que nunca se quejó de trabajar como una bestia para dar buen ejemplo. Saqué de nuestra familia todo lo que pudiera ser destructor. Quise mucho y si me han querido de todas maneras me siento "la Malquerida", como el título de la obra de García Lorca. Pero los hijos crecieron... *** Recuerdo que de un año al otro, en Miramar, se volvieron adolescentes. Antes estabamos los 5 juntos. Las chicas se iban a fiestas, los varones menos. El único que se quedaba era el mayor que desgraciadamente falleció de presión arterial juvenil maligna. El fue médico como la última de mis cuatro hijos que vive en Río Grande (Argentina), el otro varón, el del footbal es abogado y la segunda es doctora en Ciencia Política, vive en Francia La familia es magnífica y hay siete nietos. De todas maneras hay una distancia ¡difícil a comprender!. A veces me digo que es demasiado tarde. De todas maneras renuncio a cuestionarme. Reconozco que una cierta desconfianza se ha despertado en mi. Mi vida sentimental fué bella y efímera. Cuento con mi ángel de la guarda. Me siento bien protegida desde el cielo pero sola sobre la tierra y sin deseos de comprometerme de manera banal. De todas maneras Dios es mi pastor y estoy rodeada de una familia espiritual que es una riqueza.
Hecho en Paris el 18 de febrero con dificultad
porque retomar mi trabajo exige mucha presencia. Hace frio pero yo guardo el cálido recuerdo de los veranos en Miramar cuando los niños eran pequeños. |
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Doctora E. Graciela Pioton-Cimetti
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Balance y rememoración tienen en común las imágenes de lo que fue, lo que es y lo que
esperamos que sea.
Pero la rememoración tiene en cuenta una revisión mas o menos ajustada de aquello que hemos vivido con pasión, con alegría, con indiferencia, o con angustia, pero que en la memoria lineal se hace presente. Cuando nos encontramos envueltos en una memoria acaudalada, porque ha dejado de ser lineal, los ensueños nos acompañan con enseñanzas propias y ajenas y nos permiten acompasar los recuerdos con una musicalización que muchas veces se asemeja a la comprensión. Vivimos, deambulamos, caminamos con mas o menos un rumbo definido y sin embargo acontecen sucesos que son hitos por su sincronicidad. Sincronicidad de anhelos, de sueños, de fantasías y de realidades que permitieron sonreír o llorar y definir quizás eso que somos. Y somos la composición, la semejanza de lo que suponemos propio. Nuestros pensamientos, nuestros cuerpos llevan las marcas del recorrido que son nuestra vestimenta abotonada en nuestro ser. Como si un tren y sus estaciones fuesen los detalles que vibran en nuestras miradas, en nuestras manos, en nuestros ojos, en fin en cada uno de nuestros sentidos. Escribimos así, sin preocuparnos por la coherencia racional de nuestras palabras, sino por lo que nuestros dedos teclean para transmitir la sensación de continuidad que nuestros días sostienen y reproducen en nuestros rostros la mirada de nuestras vidas que nos devuelven un "estamos aquí". Y si, estamos aquí perpetuando el vaivén de la historia, de la humanidad, de las generaciones, de nuestros propios ancestros que somos muchas veces nosotros mismos convertidos en lo que el espejo nos devuelve como imagen sostenida, diaria de nuestro andar. Balance así como el sube y baja en la plaza con los niños rodeando los árboles y la plantas en busca de una flor. El recuerdo de un balanceo en la hamaca de nuestra niñez. El recuerdo de los recuentos de nuestros haberes físicos y espirituales. El recuerdo de lo que sucedió ayer y lo que sucede hoy. ¿Cómo priorizamos las preguntas que nos hacemos respecto a lo que hemos sentido, a lo que nos conmovió y nos emocionó, a lo que transcribimos con caligrafía actual? Si en el baile de los recuerdos es desde el ahora que despertamos al reencuentro con el eterno presente que nos abraza cálidamente para proseguir con audacia eso que decimos el resto de nuestros días. Hacemos historia, somos historia, somos promesa de una ascensión planetaria que conduzca y nos conduzca hacia una convivencia armoniosa en libertad. El balance de nuestras múltiples vidas en nuestra vida actual, incluidas nuestras vidas pasadas y paralelas, nos hace pregunta. Convalida la pasión por el devenir la pasión por la creación de espejos que nos devuelvan imágenes y presencias autónomas, entrelazadas en la destreza de la bondad y la generosidad. Balance riesgoso si tan solo se produce de tanto en tanto ya que el balance cotidiano es la prestancia de la satisfacción de ser quienes somos y de ir siendo lo mejor que podamos de nosotros mismos. Balance deseamos vivir con alegría, con la espiritualidad como tatuaje que nos recuerde nuestro común nombre galáctico que es "amor". En el ahora hay instantes en los que es sencillo abandonarse en la tristeza, el temor, la angustia y la desesperación por los sucesos agresivos, impulsivos, llevados a cabo desde la intolerancia y la impotencia de corresponder con comprensión a las diferencias de creencias y opinión. Pero el balance, ese balance que nos permite una visión amplia de la evolución y el desarrollo de nuestro estar en el planeta vidas y vidas, épocas y épocas, en regiones y regiones del planeta azul nos dan una dimensión temporal que conlleva un saber construir y transitar nuestros días con la seguridad de que la paz, la bondad, la compasión van bordando nuestro andar. Balance que aplaude y recrea una y otra vez el nacimiento de la eternidad en cada vida y en cada una de nuestras vidas. |
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Lic. Rut Cohen
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A veces las buenas costumbres se olvidan por pereza. Hace falta un esfuerzo para mantenerlas. Hacer balances
periódicos nos ayuda a no perder el criterio objetivo de evaluar las cosas. Nos ayuda a saber donde estamos y cómo llegamos allí.
Cuando era más joven solía salir a caminar por alguna zona boscosa todos los fines de año con motivo de evaluar lo acontecido durante ese año. Lo hice varias veces, hasta que la el olvido me hizo abandonar esta práctica tan saludable para el espíritu. En esas jornadas de largas caminatas por el bosque, evaluaba todos los momentos del año, desde los mejores hasta los peores, en todos los aspectos que me eran posibles. También en general incluían proyectos a futuro, emprendimientos nuevos y motivaciones renovadas para comenzarlos. Considero que me ayudó a tener una continuidad en mis ambiciones aunque abandoné esta práctica por muchos años. De no ser por haberlas abandonado, tal vez podría haber evitado algunos errores que cometí en esos años. El termino balance tal vez sea tentador para pensar en equilibrio, sensibilidad, sentido común, trabajo de estrategia. Términos que sugieren el proceso de hacer un balance de lo vivido. Desde ya el término tiene otras connotaciones en economía y otros rubros. Al respecto tengo un recuerdo que tal vez sea pertinente. Hace tiempo me encontré con una persona en un viaje, y como teníamos tiempo para conversar, nos sumergimos en charlas variadas y sin relación, de acuerdo a lo que fuera surgiendo. Nos contamos algunas cosas de nuestras vidas y hablamos del tiempo, de las noticias y de los lugares por donde íbamos transitando en la carretera. En un momento la conversación dio un giro inesperado. Hablando de su familia me contó que se casó porque el padre lo obligó a formar una familia, llegado cierta edad que consideró suficiente para seguir soltero. Increpé al sujeto, preguntándole: ¿Qué le surge como balance de haber formado una familia como imposición de sus padres? El hombre se quedó frío por un buen rato. Pensé que lo había incomodado, pero seguí esperando su respuesta. Por fin empezó a hablar y me contó que de soltero odiaba la idea de formar familia y que era lo último que pensaba hacer ya que la pasaba bastante bien no teniendo más responsabilidades que cuidar de si mismo. Continuó diciendo que si no hubiera sido por el padre nunca hubiera dado el paso, porque a pesar de haber tenido relaciones amorosas intensas nunca pensó en formalizar ninguna. También me contó que "los balances de su vida" siempre habían dado en equilibrio en su soltería. Y dijo "pero después la cosa cambió". Hizo una larga pausa que me hizo pensar que su vida al final terminó siendo un desastre, que su padre le arruinó y que todo fue para mal. Pero con gran solemnidad me dijo "Si la cosa realmente cambió Después de tener mi primer hijo fui realmente mil veces más feliz y ni hablar cuando vino el segundo." Realmente me sorprendió, esperaba otra respuesta, pero bien, me alegre de su experiencia y lo felicité. Le dije lo interesante que me parecía que haya vivido semejante experiencia con ese balance tan positivo. Me di cuenta allí de nuevo el gran poder que tiene realizar introspección respecto a la vida y empecé a recordar lo bueno que había sido para mí esas largas caminatas pensando en mi vida, en lo pasado, y en el futuro y los proyectos. Desde ese entonces realizo periódicos balances de lo vivido y si bien la vida no es solo un camino de realizaciones sino muchos, que pueden confluir o no, me ayudan a entender algunos hechos, a interpretar mejor otros y a simular un significado que me convenga para otros. Es decir uno va construyendo su vida de acuerdo a los materiales que va encontrando en el camino y en base a los que ya tiene puestos en su pasado, tratando de darle fortaleza a la "construcción" de la vida. Entonces bienvenidos los balances |
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Licenciado Alejandro Giosa
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¿Qué es lo que hace que determinadas cosas tiendan a salirte bien y otras a
salirte mal? Bueno, esto tiene que ver con el Karma.
Karma es una palabra del sánscrito, que originalmente significaba «acción» y que luego comenzó a utilizarse como sinónimo de destino, generado por nuestras acciones. Esta cuestión del karma ha sido objeto de gran preocupación por parte de los filósofos, tanto en oriente como en occidente. Una teoría occidental dice que cuando nacemos, nuestras vidas son como una hoja de papel en blanco. A partir de allí, cada vida se desarrolla como resultado de su entorno y de las fuerzas que actúan en él -parientes, amigos, sociedad, cultura dominante, etc. El Budismo, sin embargo, enseña que la vida es eterna y que hemos vivido incontables vidas hasta este momento. Esto implica que no nacemos como hojas en blanco, sino como páginas con incontables impresiones hechas con anterioridad. De acuerdo al Budismo, la vida existe en el cosmos por siempre; algunas veces es manifiesta y otras es latente. Tal como cuando dormimos y después despertamos. Entre el sueño y el despertar, nuestra conciencia queda en un estado sub-conciente. Similarmente, cuando morimos, nuestra vida queda en un estado latente. Y así, la vida de uno continúa eternamente, alternando estados de vida y muerte. La muerte es tan parte de la vida, como el dormir es parte del proceso de vivir. Sobre esta base, el karma es la acumulación de los efectos de las causas buenas y malas que realizamos a través de nuestras vidas anteriores, de las causas buenas y malas que hicimos en esta vida, y de las que en este preciso instante estamos haciendo. Nichiren Daishonin declaró: «Si usted quiere entender las causas que existieron en el pasado, mire los resultados que se manifiestan en el presente. Y si usted quiere entender qué resultados se manifestarán en el futuro, mire las causas que existen en el presente.» El funcionamiento de las causas y los efectos puede no ser demasiado obvio. La vida con frecuencia parece injusta. ¿Cómo es que un señor inescrupuloso y egoísta se hace rico? ¿Por qué esa agradable mujer de la otra calle tiene cáncer? ¿Por qué la gente nace en tan diferentes circunstancias? Seguramente un niño no tuvo oportunidad de hacer las causas para nacer en la pobreza y el hambre. Solamente podemos explicar esas circunstancias si entendemos que la vida es eterna y que nuestro nacimiento fue determinado por las causas hechas en vidas previas. La ley de causa y efecto es exacta. Podemos llegar a escapar de las leyes de la sociedad, pero no hay escape de la ley de la causalidad, que está marcada indeleblemente en nuestras vidas. Pero a pesar de que es estricta, no podemos decir que sea injusta. Evidentemente nos da una explicación lógica para nuestras diferentes circunstancias de nacimiento. Y más aún, es una enseñanza optimista, porque pone en nuestras manos el poder de crear nuestros destinos. Todo lo que hacemos en esta vida afecta el balance positivo o negativo de nuestro karma. Por ejemplo, si nacimos pobres pero dedicamos la vida a darle a otros cualquier cosa que podamos darles, estamos haciendo causas para cambiar el karma negativo de ser pobres. Por otra parte, si dedicamos la vida a envidiar, u odiar, o a robar a los demás, estamos haciendo causas para aumentar el karma negativo. Cada pensamiento, palabra y obra es una causa que crea un efecto. A un nivel simple, si vamos a trabajar, nos pagarán, si hacemos ejercicios, estaremos fuertes. Por lo tanto, el budismo enseña que el destino no es arbitrario, ni es impuesto por una fuerza sobrenatural, sino que nosotros lo creamos en cada instante. La doctrina del karma tiene una gran implicancia: no podemos culpar a nadie más por nuestro sufrimiento. Claro que esto no significa que los demás no cuentan; ellos tendrán la recompensa por sus propias acciones. Lo importante es que nuestro sufrimiento proviene de nuestro interior, no del exterior. A pesar de que esto parece estricto, de hecho es en extremo liberador. Después de todo, no podemos cambiar a la otra gente. Mejor dicho, la única manera de cambiar a otras personas es cambiar la manera en que nos relacionamos con ellas, cambiándonos primero a nosotros mismos. |
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Prof. Carla Manrique
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![]() Así formé mi carácter que proviene de padres nobles por naturaleza. Mi padre era un hombre tan bueno, que siempre vi salvarse en él, algo del infinito naufragio humano. Estuve convencida que mi madre no era como él, hasta que pasados muchos años de su fallecimiento y estando ella con vida, puedo afirmar que era tan buena como él. ¿Por qué mi madre? Por su espíritu, una mujer en constante oscilación que para ver su voluntad tranquila, yo debía salir de su territorio. Este era una habitación de la casa, de grandes dimensiones, donde ella se refugiaba a modo de un bunker, ideado por mi padre. Allí se reunía con sus amigas; cocía; tejía; hablaba por teléfono largas horas, y leía. Y daba clases de inglés a quienes además les hablaba de vida, de amor, y ese aprendizaje que los propios padres no pueden dar a sus hijos, y era por eso que yo me escabullía entre sus alumnos y la escuchaba hablar. Nunca supe si me veía o no, porque jamás me miró en aquellas horas. Ahora creo que lo hacía para que yo también escuchara. Sus alumnos más avanzados, leían como tarea "Oliver Twist" de Charles Dickens. Pero mi madre dedicaba desinteresadamente una hora o dos más, para traducírselos al castellano, con una perfecta declamación y entonación. Yo me sentaba silenciosa en un sillón ubicado detrás de ella. Me acomodaba, me tapaba con una manta y la escuchaba. Fue la historia más bella de mi infancia, pero haciendo memoria o balance y Dios sabrá por qué, fue el único cuento que recuerdo de ella. Todavía, sigo encontrándome con los que fueron sus alumnos. No hay uno sólo de ellos a quienes no se les salté una lágrima al recordarla. Lo mismo ocurrió con mi padre, que por cada confín de la tierra que vaya, encuentro a alguien que lo conoció y que lleva calzado algo de él. Era generoso, caritativo y por demás de bondadoso. Podría mencionar, como todo humano, traumas y complejos acumulados a lo largo del tiempo, pero, en definitiva, cuando pasan los años, ninguno de ellos tiene ya importancia. Comienzo a verlos como circunstancias de la vida, que a todos les ocurre de una manera u otra, lo único importante es que para cada uno, ese trauma o complejo es más fuerte y relevante que el del otro ¿Por qué? Porque es el que nos tocó vivir y dejan secuelas y heridas que jamás cierran. Son como las grietas que dejan los árboles en la tierra. El único remedio es el "tiempo". Y así lo veo ahora, cada vez parece más tonto, pues fue lo que ocurrió cuando uno está en el lugar equivocado y a la hora equivocada, porque los caminos de Dios son tan sinuosos que no podemos ver la razón. Tuve también una hermana, tías, primos, y amigos. Todos tenemos amigos y tenemos que cuidarlos. Nos acompañan siempre y no deben faltar. Cambian con el correr de los años, se reciclan pero siempre los hay. Comienzo a enumerar y no lo hago por los que son más afines, o los que veo siempre, o los que me acompañan desde hace muchos años, eso sería una tarea muy fácil. En cambio, comienzo por la vecina, aquella que me da charla en el ascensor cuando más necesito una palabra. Mujeres que me rodean y que las considero amigas, a las que veo solo una vez al mes, cuando nos proponemos reunirnos, y terminamos siendo muchas, para reír y compartir diferentes formas de pensar y soñar, de novios, maridos y amantes. Y hay muchas más, que tal vez sean parientes, vecinas o amigas, pero todas de un modo u otro cumplen el rol de "amiga". Y la compañera de trabajo; otra amiga que se fue a vivir al extranjero; un amigo en México que ni conozco su cara, pero sí lo veo siempre en palabras en mi ordenador, allí cuando estamos unidos detrás de los dedos. Mi amiga que vive en Montevideo; las que viven en Madrid. Tantas otras que hoy no están en éste mundo. En fin, después de tanto tiempo, me liberé de las ataduras estúpidas de la vida, que nos encadenan con cosas absurdas como saludar a quien no apreciamos, comer solo lo sano, hablar por chat porque los demás lo hace, y ver cómo el teléfono se llena de polvo, cuando es mucha más sociabilizador que el chat. Alexander Graham Bell pretendía unir al universo y lo logró, hasta que se inventó "el chat". En fin, gracias a todas las personas puedo forjar mi propio balance y es:
Y también balanceo cosas no menos importantes y que se refieren a mí, a aquella que se mira en el espejo cuando lo dice:
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Silvia Stella, abogada
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