“La casualidad” es el primer tema que no fue elegidon por E. Gracie-la Pioton-Cimetti de Maleville, pre-sidenta de SOS Psicóloga. Nos dejó tristemente el 31 de enero de 2023, pero deseaba que su labor, especialmente a través de la asocia-ción, continuara : dar a conocer la psicología y lo que ésta puede aportar a una mejor comprensión de uno mismo o por un apoyo psi-cológico, y en particular la psico-logía analítica de Jung. Para ilustrar la temática de Jung, el equipo de SOS Psicóloga eligió un escrito de Graciela sobre sincronicidad, porque es un concepto innovador de C. G. Jung, que responde a la noción de “casualidad”.
Para Freud, pero especialmente pa-ra Jung, la interpretación de los sueños es la “vía real” hacia el in-consciente, es por eso que el tema elegido para la sección “sobre Jung” es: "Los sueños"
La cita de Jung pour este número:
”No soy lo que me sucedió, soy lo que elijo ser.”
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Es este una de las más difíciles conceptualizaciones de Jung. Se trata de la coincidencia acausal de dos series de hechos significativos íntimamente relacionados entre sí. Dondequiera que jung observaba tales coincidencias significativas en la vida de una persona, como reve-laban sus sueños, parecía haber un arquetipo activado en el incons-ciente. Parecía como si el arquetipo subyacente se manifestara si-multáneamente en los hechos in-ternos y externos. El denominador común era un mensaje inesperado.
De la alquimia extrajo Jung el con-cepto de que si el « sí mismo » se expresaba a través de una forma crudamente mineral – la piedra –, podría ser un camino para investi-gar las relaciones aún inexplicadas entre la psiquis inconsciente y la materia, un misterio que la medici-na psicosomática se empeña en re-solver con esfuerzo constante e ininterrumpido. Al crear el concep-to de sincronicidad, Jung esboza un camino por el cual podemos penetrar más profundamente en la interrelación de la psiquis y de la materia. Y precisamente tal relación parece apuntar al símbolo de la piedra. Pero este no es todavía un campo totalmente abierto ni inexplorado. De él se tendrán que ocupar las futuras generaciones de psicólogos. Es la sincronicidad, ante todo, tan sólo un factor « formal », un « con-cepto empírico » que postula un principio necesario para un cono-cimiento que abarca la totalidad de los fenómenos y se agrega como cuarto a la reconocida tríada espa-cio, tiempo y causa. El surgimiento de tales fenómenos sincronísticos lo explica Jung por : « Un saber apriorístico, exis-tente y actuante en el incons-ciente. » Que se apoya en una ordenación coordinada, sustraída a nuestra vo-luntad, del microcosmos con el macrocosmos y en el que a los ar-quetipos les corresponde el papel de operadores ordenadores. Es la coincidencia plena de sentido de una imagen interior con un suceso exterior que constituye la esencia del fenómeno sincronístico. Se evidencia, allí, tanto el aspecto es-piritual como el corpomateria del arquetipo. El arquetipo es el que por su elevado carga energética o su actuación minuciosa provoca en el vivenciante aquella emocionali-dad que le produce un relativo des-censo del nivel mental que es la condición previa para que puedan surgir y ser experimentados tales fenómenos sincronísticos. Incluso puede decirse, con Jung que el ar-quetipo es la forma reconocible por introspección de hallarse psíquicamente, a priori, dispuesto. Jung dedujo este concepto de sin-cronicidad de varios elementos. Uno de ellos y muy importante, es su asidua frecuentación del pensa-miento chino, de lo cual son bue-nas pruebas sus estudios con Wil-helm acerca de El secreto de la flor de oro, El libro de los muertos ti-betano y sobre el I Ching. Sobre el I Ching escribe Jung en el prólogo del Secreto de la flor de oro. « En ocasiones de su primera conferencia sobre el I Ching en el club psicológico de Zurich, Wilhelm demostró, a mi pedido, el método para consultar el oráculo e hizo así un pronóstico que, en menos de dos años, se cumplió al pie de la letra, y con toda la claridad deseable. Este hecho podrá ser confirmado por muchas experiencias para-lelas. » El pensamiento que se indica sobre el principio de sincronicidad y que alcanza su máxima cima en el I Ching es en suma la expresión más pura del pensamiento chino. Entre nosotros, este pensamiento desa-pareció de la Historia de la filosofía desde Heráclito, hasta que perci-bimos de nuevo con Leibniz un le-jano eco. Pero, no estuvo extingui-do durante el intervalo que pervivió en la penumbra de la especulación astrológica y todavía aún per-manece en ese nivel. « Toda la especulación gira al-rededor del concepto de Tao que Wilhelm tradujo por senti-do, camino y que los jesuitas tradujeron en Dios. El Tao puede traducirse, también, co-mo significado. Lao-Tse lo de-nomina la nada para insistir sobre su oposición al concepto de realidades. El concepto de Tao domina la filosofía china y reemplaza al criterio occidental de causalidad. » « Wilhelm lo describe como un concepto más allá del mundo de los fenómenos. Allí los opuestos se anulan, pero con-tinúan existiendo potencial-mente. Continúa Wilhelm : ahora bien esos gérmenes in-sinúan algo que, en primer lu-gar, corresponde a lo visible, al-go a manera de imagen ; en se-gundo lugar, algo que corres-ponde a lo audible, algo a ma-nera de palabra ; en tercer lugar, algo que corresponde de algún modo a la extensión en el espa-cio, algo a manera de forma. Pero esa triplicidad no está cla-ramente definida, es una unidad no espacial : no hay ni arriba, ni abajo, ni temporal. No hay antes ni después. » Otras de las fuentes conceptuales de Jung acerca de la sincronicidad está dada por los estudios acerca de los fenómenos parapsicológicos, realizados por Rhine y la telepatía, precognición, premonición, etc. que sometidos a una severa crítica dejan abierto el concepto de relati-vizar el tiempo y el espacio. « Nuevos estímulos prove-nientes de Kemmerer con su teoría matemática de las series y las nuevas conceptualizaciones de la física contemporánea, lle-varon a volver a las concep-ciones de Leibniz sobre la ar-monía preestablecida y de Schopenhauer sobre la simulta-neidad de lo causalmente no conexo. » Encuentra Jung precursores de su sincronicidad en Teofrasto (371-287 a. C.), en Filón (25 a. C.-42 d. C.), en Pico de la Mirándola (1463-1494), en Zoroastro, pero funda-mentalmente en los alquimistas : Agrippa, Paracelso y, también, Keder. Apunta Jung que el concepto de sincronicidad entraña una relati-vización de los conceptos de espa-cio y de tiempo. « Son, por así decirlo, elásticos por cuanto pueden reducirse a voluntad. » En la disposición espacial, el expe-rimento es el espacio en lo tempo-ral y el tiempo, los que se reducen prácticamente a cero. Vale decir, parece como si el espacio y el tiempo dependieran de condiciones psíquicas y no existieran en sí mismos, sino que solo fuesen « puestos » por la conciencia. En las concepciones del mundo del hombre primitivo, el espacio y el tiempo son asuntos sumamente dudosos. Solo en el curso de la evolución in-telectual llegaron a ser conceptos « fijos » sobre todo causa de la intro-ducción de la medición. En sí mismos, espacio y tiempo consis-ten de « nada ». Son conceptos hi-postasiados provenientes de la ac-tividad consciente y forman las coordenadas indispensables para la descripción de la conducta de los cuerpos en movimiento. Por lo tanto, son esencialmente de origen psíquico por ello : « La posibilidad se presenta cuando la psiquis observa no cuerpos externos sino a sí mis-ma. » « Los acontecimientos sin-cronísticos se basan en la simul-taneidad de dos diferentes esta-dos psíquicos. Uno de ellos es el normal y probable, causal-mente explicable ; el otro, la vi-vencia crítica, es el estado que no cabe deducir causalmente del primero. » Por ello, define la sincronicidad como : « Un contenido inesperado que se vincula inmediata o media-tamente con un acontecimiento objetivo externo y coincide con el estado psíquico ordinario. » « Esas imágenes estén o no en-raizadas con fundamentos exis-tentes hállanse en una relación de analogía o equivalente ; es decir de significado con aconte-cimientos objetivos que no tie-nen con aquella ninguna rela-ción causal reconocible ni si-quiera concebible. » « El fenómeno de la sincroni-zación consiste, por lo tanto, en dos factores : 1) Una imagen inconsciente entra en lo cons-ciente directamente, literal-mente, o indirectamente, sim-bolizada o insinuada, como sueño, ocurrencia o premoni-ción ; 2) Una situación objetiva coincide con ese contenido. » Sir James Jeans cuenta entre los sucesos sin causa la desintegración radioactiva. Dice así : La desintegración radioactiva se ha presentado como un efecto sin causa sugiriendo la idea de que las leyes últimas de la naturaleza tal vez no sean causales. Insiste Jung : « La sincronicidad no es una opinión filosófica sino un con-cepto empírico que postula un principio necesario para el co-nocimiento. Esto no puede ser llamado materialismo, ni tam-poco metafísica. Ningún hombre de ciencia serio afir-mará que la naturaleza de lo que se observa existir, o la naturale-za del observador ; es decir la psiquis, sean cosas conocidas y reconocidas. Si las últimas con-clusiones de las ciencias natu-rales se van aproximando a un concepto unitario del ser, al cual caracterizan el espacio y el tiempo por una parte, la causa-lidad y la sincronicidad por la otra, nada tiene que ver ésto con el materialismo. Antes bien, parece vislumbrarse aquí la po-sibilidad de eliminar la incon-mensurabilidad entre el obser-vador y el observado. En tal ca-so, el resultado sería una unidad del ser que para expresarse necesitaría de un nuevo lenguaje conceptual a saber, un lenguaje neutral, como en cierta ocasión, lo llamó acertadamente Wolfgang Pauli. Espacio, tiempo y causalidad, la tríada de la clásica imagen física del mundo se complementaría con el factor sincronicidad y se convertiría en una cuaternidad que haría posible un juicio integral. » Los esquemas nºs 22 y 23 (ver capítulo Ilustraciones) pertenecen a Jung. Ya octogenario, dedica Jung largas meditaciones al problema de los platos voladores, OVNI, desde el punto de vista psicológico. Como resultado publica Un mito moderno y advierte con todo valor : « Sería ridículo si pretendiera di-simular al lector que este tipo de reflexión es, no solamente impopular en extremo, sino probablemente además muy mal vista, ya que esas recuerdan de un modo inquietante esas nieblas fantasmagóricas que oscurecen los cerebros de los augures y de los falsos profetas. » *** 1 : en el capitulo « Investigaciones en los limites» de « Aspectos psicosociales de C. Gustav Jung », E. Graciela Pioton-Cimetti de Maleville |
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Graciela Pioton-Cimetti de Maleville
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