Una nueva categoría de diagnóstico en cardiología: la prehipertensión

El Instituto Nacional del Corazón, Pulmón y Sangre (NHLBI) de Estados Unidos publicó las nuevas directrices para la prevención, detección y tratamiento de la hipertensión arterial, en las cuales se establecen categorías de presión arterial alterada, incluyendo un nuevo grado de «prehipertensión», que cubriría al 22% de los adultos estadounidenses, es decir, unos 45 millones de personas.

Las directrices, que se publicaron el 21 de mayo pasado en la JAMA , donde se establecen los pasos a seguir para el diagnóstico y tratamiento y recomiendan el uso de diuréticos como parte del plan de tratamiento para la mayoría de pacientes hipertensos.

Según el Dr. Claude Lenfant, director del NHLBI, «desde 1997 -año de que datan las anteriores directrices-, hemos aprendido mucho más acerca del riesgo de hipertensión y del curso de la enfermedad. El riesgo de hipertensión de los norteamericanos a lo largo de su vida es mucho mayor del que pensábamos. Por ejemplo, aquellos que no son hipertensos a los 55 años tienen un 90% de riesgo de desarrollar la enfermedad más adelante».

El Dr. Lenfant añade que ahora se conoce que el daño en las arterias comienza con cifras tensionales más bajas de lo que se pensaba, valores considerados hasta ahora normales u óptimos. Por ejemplo, señala que el riesgo de muerte cardiovascular comienza a aumentar a partir de 115/75 mm Hg, lo que significa que el peligro comienza mucho antes de que las personas empiecen a recibir tratamiento.

«A menos que se tomen medidas preventivas, la rigidez y otros daños en las arterias empeoran con la edad y hacen que la hipertensión sea cada vez más difícil de tratar. La nueva categoría de prehipertensión refleja este riesgo y esperamos que estimula a la población a tomar medidas preventivas precozmente», señala el Dr. Lenfant.

Entre los nuevos aspectos importantes que incluyen las directrices se encuentra esa categoría de prehipertensión, definida como cifras tensionales de 120-139/80-89 mm Hg. Cifras inferiores se consideran normales, y superiores son ya definitorias de hipertensión.

No recomiendan tratamiento farmacológico para tratar la prehipertensión a menos que se requiera por la presencia de otras enfermedades, como diabetes o enfermedad renal crónica. Sin embargo, sí recomienda cambios en el estilo de vida para disminuir el riesgo, entre ellos perder peso, practicar ejercicio, limitar el consumo de alcohol, seguir una dieta sana reduciendo la ingesta de sal y abandonar el tabaco.

Las recomendaciones sobre tratamiento farmacológico se simplifican y refuerzan. Aconsejan utilizar un diurético, solo o en combinación con un fármaco de otra familia, como parte de la terapia en la mayoría de pacientes. El documento señala que los diuréticos son poco utilizados pese a que los estudios han demostrado su eficacia a la hora de prevenir complicaciones cardiovasculares. Además, recuerdan que la mayor parte de hipertensos necesitan dos o más fármacos para reducir sus cifras tensionales a niveles óptimos.

Controlar la hipertensión arterial para el tratamiento de la insuficiencia cardíaca

Un artículo publicado en The New England Journal of Medicine concluye que el tratamiento de la insuficiencia cardíaca debe centrarse en cuestiones cruciales como el control de la hipertensión arterial y de otros factores de riesgo vasculares.

Los autores, de la Universidad de Pennsylvania (Estados Unidos), hacen una revisión de las terapias existentes para la insuficiencia cardíaca y concluyen que el control de los citados aspectos representa el mejor método de combatir las formas más frecuentes de la enfermedad.

Se examinaron datos estadounidenses de ensayos clínicos y estadísticas de mortalidad de pacientes tanto con insuficiencia cardíaca sistólica como diastólica.

En el artículo subrayan la dicotomía existente en su país entre los hallazgos de los ensayos clínicos y los resultados de mortalidad global registrados entre los pacientes de la nación.

Los ensayos clínicos ponen de manifiesto una significativa reducción de la mortalidad entre los pacientes ingresados en hospitales con insuficiencia cardíaca y miocardiopatía dilatada. Esa disminución es resultado de avances farmacológicos y otras intervenciones médicas, entre ellos bloqueadores beta, marcapasos biventriculares, bypass coronario y equipos de insuficiencia cardíaca multidisciplinares.

Sin embargo, en el mismo período, las estadísticas del país muestran que no se ha producido ningún cambio significativo en relación con la mortalidad causada por la enfermedad. «La insuficiencia cardíaca sintomática -escriben los autores- continúa comportando un peor pronóstico que la mayoría de cánceres en este país, con una media de mortalidad del 45% al cabo de un año».

La disparidad, a juicio de los investigadores, se debe en parte a que los ensayos clínicos han incluido hasta hace poco sólo a varones blancos de mediana edad con miocardiopatía isquémica, mientras que gran parte de la población afectada está formada por mujeres de edad avanzada que no suele participar en los estudios.

Por otro lado, pese a ser una enfermedad que representa un problema de salud pública principal, no se hacen cribados nacionales para detectarla precozmente. Añaden que la insuficiencia cardíaca puede prevenirse mediante el control de la presión arterial y otros riesgos vasculares, pero que hasta hace poco no se habían identificado claramente los factores que determinan que un individuo presenta riesgo de desarrollar la enfermedad.

Hipertensión, una afección que padecen 140 millones de personas en América

Se trata de una afección silenciosa, que no siempre presenta síntomas. La hipertensión afecta a 140 millones de personas en la Región y el 50% de ellas ni siquiera lo sabe. Esta condición es uno de los principales factores de riesgo para la aparición de enfermedades cardiovasculares como los accidentes cerebrovasculares o la enfermedad isquémica del corazón, principales causas de muerte prematura en la mayoría de los países.

Según explica el documento La Salud en las Américas, publicado por la Organización Panamericana de la Salud (OPS), tan sólo bajando un poco la presión arterial se reduce la mortalidad por las causas citadas entre un 15% y un 40%, especialmente en personas mayores de 65 años. Estudios realizados entre 1995 y 1999 demostraron que, en las Américas, la mayor prevalencia de hipertensión entre hombres se ha encontrado en Maracaibo, Venezuela (49,7%) y la menor, entre los indios mapuches de Chile (9,1%). En las mujeres, la tasa más alta se registró en Paraguay (43,9%) y la más baja en la Ciudad de México (9,7%).

Aunque se sabe que la clave para evitar el aumento de la presión arterial está en los hábitos alimentarios y en el ejercicio físico, hacen falta más programas eficaces para lograr esta meta. Un nuevo trabajo del Instituto Nacional de Sangre, Pulmón y Corazón de los Estados Unidos definió así a los «prehipertensos»: aquellas personas que todavía no padecen de hipertensión pero que son candidatos firmes si no cuidan su dieta, dejan de fumar y se olvidan de las grasas y el alcohol. Aunque en Latinoamérica y el Caribe no hay muchos estudios que determinen el impacto económico de este padecimiento sobre los sistemas de salud, en los Estados Unidos se calcula que representa un gasto anual del 2% del producto interno del país. Esta cifra incluye tratamiento, consultas médicas y costos indirectos como la pérdida de salario debido a discapacidad o muerte. En todo el continente, según indica el informe de la OPS, las enfermedades cardiovasculares también son consideradas causantes principales de la mayor proporción (32%) de pérdida de ingreso debido a muerte prematura.

Hay varias causas que provocan la hipertensión, entre las que figuran: las enfermedades renales, los trastornos hormonales, algunos fármacos como los anticonceptivos orales, el abuso del regaliz y del alcohol etc. La hipertensión es uno de los factores de riesgo de infarto de miocardio, junto con el tabaquismo y altos niveles de colesterol.

Health I. G. News



Resurrección No sabia cuando había comenzado a verlos.

Al principio ni siquiera noto que estaba percibiendo personas que otros no veían. Después empezó a creer que estaba alucinando. Pero esto no era demasiado grave, si los demás no lo notaban. Era cuestión de poder identificarlos bien (reales, alucinaciones) y no contarle a nadie. Hacer de cuenta que no existían.

No era difícil diferenciarlos, siempre bien vestidos, ellos con trajes impecables color blanco o negro, camisas blanquísimas y corbatas de seda; ellas con suaves vestidos largos y lánguidos. Ambos con luminosas miradas y sonrisas de dientes perfectos.

Andaban entre la gente, siempre en parejas. Miraban y sonreían, siempre sonreían.

No eran muchos. Un par en la muchedumbre. Uno de ellos en el bacón, otro montado a grupas en el caballo del monumento al héroe de la Nación.

Lo que más le llamaba la atención es que conformaban parejas perfectas, bellísimas.

Muchas veces quiso detenerse a preguntarles quienes eran, que querían; pero lo asustaba la idea de verse sorprendido hablando a la nada frente.

Un matrimonio de humanos comunes discutían en la mesa del bar. El gesticulaba ampulosamente con sus manos y la mujer tenia el rostro enrojecido de la furia. De vez en cuando, alguna palabra fuerte se filtraba entre el rumor de las otras mesas.

Y allí, de pronto, aparecieron ellos. Decidió llamarlos ángeles desde entonces. Se pusieron uno detrás de cada uno de los acalorados cónyuges. Ella, ángel, colocó sus invisibles manos sobre los hombros del hombre; él, ángel, sobre los de la mujer. Los gestos desaparecieron y el rubor y las áridas palabras se transformaron en susurros. Y al poco tiempo, ambos se tomaban de las manos como si no quisieran perderse. El, ángel, y ella, ángel, se desvanecieron, no sin antes mirarlo y sonreír. Nunca le habían dedicado una mirada exclusiva. Se estremeció.

-¿ Hay ángeles entre los hombres?

-¿ Cómo dices, hijo?

Le molestaba que lo llamen hijo, siempre le molesto, pero después de todo ¿a quien otro habría de preguntarle?

- Si hay ángeles entre los hombres…

No pudo dejar de insultarse a si mismo por la mala idea, el peor lugar para preguntar sobre los ángeles es la Iglesia . Mas, al salir, estaban, otra vez, aquellos dos que le miraban y sonreían, para, luego, desvanecerse en el fondo claro-oscuro de las paredes.

Si yo se que los hay, se dijo, con eso debe bastarme, para que buscar la confirmación de nadie, tal vez sea por eso que no los ven, porque no creen en ellos.

Lo que debía hacer era esperar a dar con alguna de aquellas parejas en un paraje solitario, entonces podría hablar con ellos… pero, ¿qué iba a preguntarles? ¿Cómo es el rostro de Dios? ¿Qué sucede después de la muerte? Casi no podía escuchar sus risas.

Caminó por las veredas rotas y desparejas, se terminaba la tarde y los verdes se agrisaban, hasta que todo se convertía en sombras. Entonces, era a hora de buscar las avenidas, con sus luces, sus bares y su gente. La soledad entre la multitud.

Y se encontró, de nuevo, con la pareja celeste, observando las ofertas de la agencia de turismo (Mar Azul, ciento ochenta pesos por personas, diez días, media pensión, salida Enero quince). Se acerco. Ella, ángel, señalaba la oferta, lo miro y le guiño un ojo.

-Tal vez sea bueno que me tome un descanso -, se dijo. Y los ángeles sonrieron aun más.

Uno puede estar solo en una gran ciudad o en la playa, las cosas no varían demasiado, Paris, Buenos Aires o Londres son iguales en soledad. Todo cambia cuando hay un espejo donde observarse. Tal vez para eso los hombres se la pasan buscando su rabo entre las piernas de las mujeres, sin saber lo que buscan no es un rabo, sino un espejo.

Durante tres días soporto el viento y la arena pegados a su cuerpo.

Buscaba los lugares inhabitados, donde un cangrejo o el mismo pudieran pasar inadvertidos.

Al cuarto día, la vio por primera vez y no pudo dejar de asociarla a los ángeles que se cruzaban en su camino en la ciudad. Era muy alta y delgada, con cabellos rubios rizados. Caminaba por la costa solitaria como si se deslizara con su vestido blanco, casi transparente.

Quedo extasiado con la visión, tanto, que ni por un segundo pensó en abordarla. ¿Qué podía decirle? ¿Las tonterías que los hombres acostumbramos a decir? No. Ella era casi un ángel, un elfo, un ser sutil.

Al pasar frente a el, a la distancia, ella le dedico una mirada larga y profunda. No era una mirada de seducción. Era de curiosidad, cargada con cierto sentido trágico.

Luego siguió su camino, hacia el paraíso seguramente, no podía vivir en otro sitio.

Los ángeles no andaban solos. Siempre en parejas. De manera que ella era una mujer. Tal vez la mujer que siempre había esperado encontrar en su vida. La mujer que había esperado desde su ostracismo casi desesperante.

Pero, en la siguiente semana, no volvió a verla mas y pensó en eso de aprovechar las oportunidades cuando se presentan.

Sin embargo, una tarde, mientras el Sol se arropaba en su manto de nubes, la vio aproximarse, directamente hacia el.

Se sentó en su toalla a pocos metros.

- Hola, dijo -Soy Maria José.

- El solo atino a sonreír

- ¿Por qué sonríes?, pregunto ella.

- Por nada… es que mi nombre es José Maria… esas cosas…

Ella se sentó a su lado

- Casualidades que parecen causalidades… o viceversa…

- Justamente…

José miro sus ojos de un color pardo verdoso, de ese tipo que cambian según la luz. En esa mirada había imágenes, sufrimientos y soledades parecidas a las de el, casi las mismas. Y un mismo anhelo.

Ella le dijo: -Tus ojos son del color del tiempo.

- ¿Qué es eso?

- Cambian según la luz, respondió Maria

- Extraño… lo mismo note de los tuyos…- y quiso continuar hablando, aunque en realidad deseaba besarla, pero ella apoyo su índice sobre sus labios.

- Aun no es el momento, - le dijo, debo irme…

Y se marcho al mismo tiempo que el Sol, al aparecer la primera estrella de la noche.

Los días siguientes compartieron largos ratos juntos sentados sobre la arena, mirándose o conversando.

- ¿Crees en los ángeles?, pregunto José

- ¿Los que andan en parejas entre la gente?

- ¡Esos, justamente!

- No, los Ángeles no andan en parejas… solo parece que andan en parejas…

- ¿Y como es eso, entonces?

- Tu los ves como parejas… en la realidad son uno… tan íntimamente uno… que parecen dos… pero no son…

- Eso parece budismo zen…

Maria sonrió con sus dientes perfectos.

- Todo nos parece dos… pero es solo apariencia.

- ¿Y nosotros dos?

- Solo apariencia…

- Desearía que fuéramos uno…

- Tal vez lo somos… y no puedes verlo…

José ensayo un acercamiento para besar sus labios y encontró nuevamente su dedo índice en los labios.

- Todavía no es tiempo…

Pasaron tres días interminables en que Maria José no apareció por la playa. José había insistido, infructuosamente en conocer su domicilio, pero fue condenado, siempre, a la espera en la playa.

Tal vez ella fuera casada, o cuidara de algún pariente y solo podía verlo en los breves momentos en que escapaba de sus compromisos.

¿Y si fuera casada? ¿Cómo podría soportarlo? ¿Se divorciaría? ¿O seria esto solamente una aventura inocente con un extraño con el que nunca tendría nada en serio?

La vio llegar por el lado contrario al que siempre llegaba, con su vestido sedoso y su sonrisa. Era casi un ángel.

- Te extrañe…

- ¡Sin reproches!

- Lo siento… no quise reprocharte nada…

- Pues no lo hagas… hoy tenemos mucho que hacer…

- ¿Iremos a algún sitio?

- Es posible… si existiera otro sitio que no fuera este…

- Eres muy extraña…

- ¿Extraña? ¿Acaso tu no lo eres también?

- ¿Lo soy?

- Si… solo que finges… para no parecerlo.

- Me da miedo ser diferente.

- ¿Y que mas te da miedo?

- Que haya alguien mas en tu vida.

- No lo hay… solo tu… ¿Hay alguien en tu vida?

- Solo tu…

- Entonces… ya es tiempo…

Maria acerco su rostro al de José y se fundieron en un beso eterno.

El sintió que todo su cuerpo se estremecía. Por su boca penetro una bocanada de aliento refrescante y profundo. Ella tomo su mano y se pusieron de pie. El cuerpo de José, hombre, yacía en la arena con los ojos cerrados y una extraña sonrisa en los labios. Ambos caminaron por la costa. El vestía un elegante traje blanco, camisa blanquísima y corbata de seda azul. No dejaban huellas en la arena. Y andaban como si se deslizaran…

San Juan de Puerto Rico, junio de 2003
exclusivo para «S.O.S. Psicólogo»
Juan Carlos Laborde



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