La aceptación

¿Que desea el hombre? simplemente "llegar a ser un hombre" sugiere Saint-Exupéry. El trabajo nos separa, la ideología nos divide, la política nos opone.

Sepamos encontrar el sentido de la humildad, de la amistad, de la cortesía para así sentirnos miembros de la gran familia humana.

"Comprenderlo todo para amarlo todo era la divisa de Goethe.

Sería posible modificarla para ampliarla y alcanzar así la divisa de Saint-Exupéry. "Comprender a todos los hombres para poder amarlos a todos".

***

Las instituciones en éste sentido son insuficientes.

***

La igualdad es un modo vacío si desconocemos el sentimiento del reconocimiento de las diferencias dignamente asumidas.

El alma mismo se esclerosa cuando ella no se interesa que a sus derechos y olvida forjarse deberes de aceptación y de acompañamiento de la dinámica de la vida en sociedad.

Es bueno entonces la existencia de hombres de consciencia que nos ayuden a salir de nuestra atonía de nuestra quietud para dar sentido a nuestra vida.

Doctora E. Graciela Pioton-Cimetti



Aceptar de ser nuestro propio director de consciencia y de recordar nuestros valores fundamentales transmitidos de generación en generación y tantas veces olvidados y sumergidos en el exceso de las distracciones mundanas y en las pulsiones instintivas descontroladas.

Aceptar de tomar distancia a fin de confrontarse a la realidad de lo efímero y a la ardiente necesidad de vivir en el presente sin pretender detener el tiempo.

Aceptar esa distancia óptima para devenir más justo, más positivo y en consecuencia más feliz.

***

Aceptar nuestras limitaciones, acogiendo cada día con la certeza de dar lo mejor de nosotros mismos.

Aceptar escuchar la sabiduría del paso de las estaciones y observar dando gracias las diferentes edades de la vida y los momentos que nos ha aportado el verdadero amor.

Aceptar sin pretensiones ilusorias de estar incompletos y carentes de una consciencia objetiva ilimitada.

Aceptar de ver evolucionar nuestra visión del mundo y de nosotros mismos para finalmente introducirnos en la dinámica de una evolución posible.

***

La liberación pasa por el alejamiento y el renunciamiento de las quimeras, por la ruptura de la esclavitud al materialismo a ultranza.

Existe un momento perfecto de iluminación inesperado, infinito en tanto que instantáneo que es como un sol saliendo de las tinieblas.

Aceptemos de vivirlo en su fugacidad que nos lleva a la certeza que puede volver porque hemos gustado y reconocido su existencia.

Aceptar de salir de nuestros de insatisfacción es el único camino posible para obtener la libertad.

***

En sus enseñanzas Ramakrishna nos dice:

"Para reflexionar correctamente hay que liberarse de toda esclavitud y de todas las cadenas que aprisionan al hombre desde su nacimiento: cadenas del odio, de la vergüenza, del espíritu gregario, de las convenciones sociales, del miedo, del prestigio, del orgullo y del egoísmo".

En Irlanda hay casas en las que se reúnen los "contadores de cuentos". Cada seción se termina por una bendición al estilo del país. Ellos piden a Dios de hacerles amar a los otros sin juzgarlos.

En Perú, grabado sobre la piedra pueden leerse los preceptos del Inca que han iluminado esa cultura:

"No mientas, no robes, no seas ocioso"

***

Finalmente estoy tratando de encontrar una palabra clara, un ejemplo simple de aceptación. Es difícil… pero no imposible.

El espíritu es libre. Aceptemos de liberarnos de los sufrimientos que engendra la ignorancia

Aceptemos el sufrimiento voluntario que engendra nuestro trabajo sobre nosotros mismos y que nos permite huir del falso sufrimiento que engendra la ilusión.

***

¿Quien no ha estado abandonado? No digamos no, no digamos jamás, seria un discurso de negación y de repetición.

Tratemos de aceptar una formulación diferente: ¿Quién ha sido verdaderamente abandonado? La pregunta formulada en primera persona seria: ¿Alguna vez? ¿Fui abandonado?

Y si la repuesta es afirmativa preguntemos ahora: ¿Por quién? ¿Y por qué?

La aceptación pide preguntas, pide respuestas para constituir una realidad a trabajar analíticamente.

***

El Dalaï Lama dijo:

"Es necesario de hacer de tal manera que cada día de nuestra vida tenga sentido".

***

De acuerdo!

Hecho en Paris el 19 de abril 2014
con el tiempo necesario para encontrar
el sentido del despertar de la aceptación.
Doctora E. Graciela Pioton-Cimetti



Como sucede con muchas palabras, pensar en la aceptación puede significar varias cosas. De acuerdo a la subjetividad en la que uno esté inmerso en un momento determinado la palabra puede disparar uno o muchos significados diferentes. Hoy para mi pensar en la aceptación es pensar en el sinceramiento, en lograr otra visión de "mi realidad" diferente a la que tengo y que en lo posible me permita crecer en el sentido más evolutivo de acuerdo a los planes que tengo en la vida.

Cuando hoy intento "aceptarme" estoy pensando en ser más realista y objetivo, si es que eso es posible desde la percepción limitada que tenemos.

Puedo decir que "hoy descubrí que soy diferente a lo que me pensaba" y puedo inferir que eso significa que la visión de mi mismo hoy es más real, pero puede ser otra ilusión de lo que soy. El tema es que esa nueva idea me permita mejorar y ser más feliz, y hacer feliz a los que me rodean, porque si al contrario me limita y me sumerge en la depresión, también perjudico a mis seres queridos.

Pienso que la mirada desde la humildad, hoy me es útil. Una mirada desde el llano, desde lo más básico que pueda representar mi mente y que me permita dejar de lado muchos juicios que uno se va formando en la vida y que tomamos por realidad, pero que la mayoría de las veces no lo es, y provoca barreras difíciles de derribar que generan limitaciones en nuestro accionar en el mundo.

El "termómetro" que me indica el camino a seguir en la vida tiene que ver con el efecto de felicidad que genero en el mundo que me rodea. Si todo mejora y tiende a la armonía, supongo que lleva la misma dirección que la sabia naturaleza, que siempre se adapta para generar el equilibrio y la estabilidad. Desde este concepto es que me parece que la percepción desde la humildad es la más adecuada para percibir nuestras acciones ya que nos permite interrogarnos mejor sobre las ventajas y desventajas de actuar en un sentido u otro y corregir la trayectoria si es necesario.

Es cierto que tal vez una percepción desde la humildad nos lleve a abandonar los bastiones de prestigio de nuestras vidas. Muchas veces nos apoyamos en esos títulos que tenemos, en esas habilidades que manifestamos y en esos trabajos que realizamos, como si nosotros fuéramos esas cosas. Más la realidad es que son nuestras producciones y muchas veces ni siquiera somos protagonistas sino simples participantes de ellas.

La mirada desde la humildad puede provocar que la imagen que antes tenia de mí, cargada de orgullo, se desmorone. Pero lo bueno es que eso me permite rever los errores sobre los cuales estuvo construida la anterior conciencia de mi mismo.

Cuando miramos lo que somos con mayor inocencia nos damos cuenta de lo mucho que nos falta por aprender. De un estado de aburrimiento se puede pasar a otro de descubrimiento permanente si estamos dispuestos a dejar algunas posturas en nuestras vidas. También es probable que el dejar ciertas actitudes nos libere de otros tantos problemas, aunque tal vez nos traiga otros. En la vida es difícil no estar cambiando permanentemente, de hecho la vida siempre nos sorprende y cuando pensamos que las cosas van a ser de cierta forma, terminan siendo de otra. Solo la soberbia nos hace pensar que la vida va a seguir las perspectivas que pensamos. La humildad nos permite saber que el futuro no se maneja y que no depende de nuestras intenciones. Llegar a ese entendimiento es haber logrado la aceptación de nuestra vida acorde a nuestras potencialidades, sin orgullos falsos y engañosos.

La aceptación de lo que somos, nos lleva por el camino de la humildad. Nos obliga a dejar los títulos, los logros y las membresías. Nos impulsa a aceptar nuestra humanidad con todos sus defectos y virtudes. Nos desliza sobre el camino de la armonía y la virtud, propias de la sabiduría de la naturaleza.

La aceptación es entender que somos parte de la naturaleza, siempre en continuo perfeccionamiento y cambio. Siempre buscando la belleza y la felicidad…

Licenciado Alejandro Giosa



La aceptación es un elemento clave en nuestro proceso de crecimiento. Aceptar una situación conflictiva en nuestras vidas es necesario y es el primer paso para superar aquello que se nos dificulta transitar, ya sea que se trate de una crisis de índole laboral, afectiva o una enfermedad, una pérdida de un ser querido. La aceptación es diferente de la resignación: acepto aquello que ha sucedido en mi vida aunque eso no sea de mi agrado, no trato de negarlo pensando que "esto a mí no me está pasando". Aceptar aquello que ha sucedido es necesario para dar un paso adelante, poder conectarnos con nuestras emociones para buscar herramientas que ayuden a superar la situación vivida.

Puede que se nos dificulte entender por completo qué es lo que ha sucedido puesto que a veces los hechos involucran a otras personas, o simplemente porque desconocemos la totalidad de los acontecimientos que se encadenaron para, finalmente, llegar a la situación que atravesamos. Aunque no sepamos con certeza cuáles son las razones que ocasionan nuestro malestar es necesario aceptarlo para que luego podamos encontrar una luz que nos guíe hacia adelante.

La explicación no se encuentra retrocediendo con tu mente una y otra vez hacia aquello que nos causa dolor, el tiempo no retrocede mágicamente, es sólo tu mente la que divaga hacia el pasado en busca de alguna respuesta satisfactoria. Con ello sólo aumentas tu preocupación, la cual consume tu energía vital; pensando en el pasado te pierdes de vivir completamente el presente, el cual debe estar sólidamente construido puesto que sientas las bases de nuestro futuro. Por lo tanto, haz las paces con el pasado y vive plenamente el presente, aceptando los cambios que éste nos trae.

La aceptación es la clave para vivir este presente tal y como se nos manifiesta, es necesario aceptar el dolor o el sufrimiento para luego buscar los medios necesarios para transmutarlo en energía positiva. Cuando puedes tomar el dolor como algo natural que forma parte de nuestras vidas, podemos aceptarlo para luego transformarlo en algo positivo. Al hacerlo, ayuda a que lo viejo sea disuelto por ser obsoleto y le damos la posibilidad a que lo nuevo llegue a nuestras vidas, el dolor deja de ser sufrimiento al abrir nuestro corazón y permitir que a través de la Energía Universal pueda ser trasmutado en algo positivo.

La aceptación es entender que esto que sucedió no es de mi agrado, puede que no le encuentres una explicación, aunque para poder cambiar y encontrar un aprendizaje en esta situación se hace necesario aceptarla. Acepto para luego encontrar la enseñanza que se esconde detrás de esta circunstancia que atravesamos, de este modo la aceptación es el primer paso para poder superar el conflicto.

La aceptación no es igual a la resignación, la resignación está conectada con la vivencia del conflicto desde un punto de vista negativo, me resigno a estar en una situación cuando no busco los medios adecuados para resolverla, cuando simplemente nos da lo mismo cualquier cosa que hagamos. La resignación es darnos por vencidos y dejar que el conflicto termine por sofocarnos, nos sentimos aturdidos, desorientados, por lo ocurrido pero buscamos excusas para superarlo pensando que el conflicto es más grande que nuestras ganas de intentarlo de nuevo.

En cambio, la aceptación implica que nos damos cuenta de las dificultades en la que estamos inmersos, nos hacemos conscientes de nuestra desorientación y aturdimiento; al aceptar lo sucedido y no intentar taparlo o negarlo, damos paso a que surja nuestra confianza en nosotros mismos y al mismo tiempo, para poder buscar en nuestro interior la fortaleza que nos conecte con las capacidades que poseemos permitiéndonos hallar una solución y un aprendizaje del conflicto vivido.

La aceptación de los hechos acaecidos nos permite darnos un tiempo para indagar qué patrones de pensamientos son los que nos limitan y nos impiden crecer, por lo general, se trata de pensamientos que nos han sido impuestos tiempo atrás. Cuando descubrimos cuál es el patrón condicionante lograremos entender qué limitaciones tenemos y como actúan éstas sobre nosotros mismos. En ocasiones, entramos en un círculo vicioso de actitudes sin saber exactamente a qué se deben, esto es como consecuencia de estos patrones condicionantes, que actúan de manera negativa.

En ocasiones, se trata de patrones de pensamientos limitantes que hicieron mella en nuestra autoestima, tienen que ver con la educación recibida de parte de padres, educadores, congéneres, tales como "no eres lo suficientemente bueno", "no lo lograrás", "nunca haces las cosas bien" para citar como ejemplo. Todos ellos están relacionados con la visión que los otros tienen de nosotros mismos y con la importancia que le damos a la opinión del otro.

Aceptar la situación que atravesamos nos permite afianzarnos en el presente y desapegarnos del pasado, puesto que éste ya no existe ni puede ser cambiado. Aceptar es rendirnos ante lo que Es. A diferencia de la resignación que nos conecta con la energía negativa, la aceptación nos permite ir un paso más allá encontrando lo positivo que se encuentra escondido detrás de una experiencia dolorosa. Revivirla con la mente una y otra vez no soluciona lo que te causa dolor, aceptando lo sucedido desde el presente me coloca en una situación que faculta el encuentro de respuestas y soluciones que permitan superarla sin estancarnos en el pasado. Aceptar es preguntarnos: ¿cómo puedo superar este conflicto que atravieso y aprender de él?

Puede ser necesario, además, que en el proceso de aceptación descubramos que para la resolución del conflicto debamos aprender a perdonarnos a nosotros mismos o incluso a otras personas involucradas en la situación por no haber podido actuar de otro modo. Es por ello que es importante encontrar qué patrones de pensamiento son los que nos condicionaron e impidieron poder actuar de un modo diferente.

Prof. Carla Manrique



Yo tengo un sueño recurrente, hace muchos años. Creo que comenzó en la adolescencia y se repitió al poco tiempo de contraer matrimonio. Cuando me divorcié dejé de tenerlo y me producía una paz increíble levantarme por la mañana, tomar mi café y no tener que pensar el por qué ese sueño.

Pasaron algunos largos años y el sueño volvió y se repite todos los días sin solución de continuidad:

"Estoy en un viaje y no sé qué transporte tomar, tampoco tengo muy claro a dónde voy. Estoy desnuda, la gente pasa a mi lado pero no me ve. Siento vergüenza y pienso por qué teniendo tanta ropa linda estoy ahí desnuda. Llego a una casa, a la que no sé por qué llegué. Suele ser la casa de mis padres o la casa de mi ex marido que desde luego en verdad y gracias a Dios no conozco, pero es allí a donde llego. Si es la casa de mi ex marido debo atravesar espacios ínfimos y muy bajos para ir de una habitación a otra, a veces son precipicios y tengo miedo de caer al vacío.

Me despierto. Vuelvo a dormirme, continúa el sueño (para algunos algo imposible) pero aquí absolutamente comprendido en "Réponses aux Questions, Analyse de Rêves" y más aún que Graciela Pioton Cimetti fue mi primer psicoanalista. Entonces el sueño continúa, estoy nuevamente en una casa, no sé si es la misma tampoco si los personajes son los mismos, sólo sé que tengo que limpiar mucho para sentirme cómoda. No puedo soportar la suciedad que veo y limpio obsesivamente pero no es posible lograr que quede pulcra. Quiero salir de ahí, urgente, corriendo quiero irme no me gusta, no sé por qué llegué allí, tengo absolutamente claro que yo no quería ir y que no quería encontrarme con esas personas.

Me despierto. Vuelvo a dormirme. Estoy en un lugar, algo así como un parque, donde hay muchos árboles y paredes muy altas. Detrás de ellos hay gendarmes de policía, militares armados y mercenarios. Ya no estoy sola, hay un grupo de personas aparentemente conocidas por mí, me dicen que nos van a matar, que nos van a torturar, apretaran nuestro cerebro hasta que los sesos nos salgan por los ojos, y arrancarán nuestras uñas, y que tenemos que ayudarnos entre todos. Yo les digo la dirección hacia dónde hay que correr y poder escapar, pero no me creen así que comienzo a correr sola, tengo miedo, tengo terror, transpiro, hago esfuerzo para pensar qué hacer, sé positivamente que es un sueño y cuando uno de los militares se acerca, yo logro concentrarme y convencerme que es un sueño

Agito mi cabeza lo más posible y me despierto.

Me despierto, me vuelvo a dormir. La batalla continúa, los militares me persiguen y yo vuelvo a estar desnuda y no sé por qué, tengo terror, pero en ésta parte del sueño no sé que es un sueño, estoy convencida que esa es la realidad, así que debo buscar la forma de escapar y recuerdo que sé volar. Entonces hago esfuerzos para levantar los pies del suelo hasta que lo logro y comienzo a volar, pero vuelo tan alto que llego casi a tocar la luna. Me asusta mucho, me aterra haber volado tan alto, tengo miedo de con qué me encontraré, qué habrá allá arriba, quiero bajar urgente, agito mi cabeza"

Me despierto asustada, con dolor de cabeza, invariablemente todos los días.

En el último viaje de Graciela a Buenos Aires, me ha dicho que trabaje sobre mis propias frustraciones, que "las acepte". Tal vez, no haya sido su mensaje, pero así lo entendí.

¿Aceptar mi fracaso matrimonial; aceptar que estoy muy sola al punto de estar expuesta vulnerablemente (desnuda); aceptar que puedo estar rodeada de gente pero saber que estoy sola; aceptar que puedo tener libertad, decisión, poder, pero tengo miedo?

Pero hay algo en mí que dice "no lo aceptes". Pueda que sea el mandato interno.

Tuve un padre maravilloso, pero siempre me decía que yo no podría hacer tal o cual cosa, que yo no era capaz, que no me daba el carácter, que cómo se me ocurría conducir un auto, que no iba a ser buena esposa porque amo la libertad, que tal vez no pudiera graduarme en la universidad y que no era linda sino muy por el contrario, que era flaca y que los chicos se reían de mí. Siempre le creí, así que conduje recién a los 40 años, me casé a los 33 años, y fui a la universidad, y tuve un promedio de calificación de 8,50 (en Argentina el mayor es 10) y me dicen aún piropos. Desde los 18 años no hay día que salga a la calle sin que me digan cosas lindas. Y sé que lo soy porque mi novio me ayudó a creer en mí y a que me de cuenta que soy linda, algo importante para mí.

¿Tengo que aceptar que mi padre no fue maravilloso?

Mi madre me hacía "el cuco" cuando yo era pequeña y me puso pupila en un colegio religioso durante dos años, porque ella sufría terribles jaquecas. Odio el pollo con arroz; la leche con nata; el olor a puchero (verduras hervidas), el olor a frazadas de lana.

A mi madre en su vejez le diagnosticaron "trastorno bipolar". Estaba medicada. Pero hasta que esto ocurrió mi vida fue una tortura. Pero no todo fue malo, sino yo no sería quien soy, pues ella me crió y tengo muy lindos recuerdos, y muchos. A diferencia de mi padre que tengo solo algunos y borrosos, pero sin embargo lo recuerdo "maravilloso".

Aceptaré que para "los de afuera" lo era, pero para mí no.

¿Tengo que aceptar que ella fue mejor? ¿Hace a mi vida algo esto, me suma?

¿Dejaré de tener esa pesadilla?

En verdad no sé qué cosas acepto de la vida, pero sí tengo muy claro lo que no acepto:

No acepto que la tecnología haya llegado al extremo que nadie usa un teléfono sino que todo es por chat. No hay entonación, no hay emoción y si el interlocutor no quiere aceptar lo que se le dice corta el chat, de todas maneras, más tarde lo reanuda y no vuelve a tocar ese tema, como si el otro, el que se quedó esperando fuera idiota. Nos encontramos los seres humanos solamente, en la pantalla "detrás de los dedos", en el facebook, aunque vivas a la vuelta a mi casa.

No acepto haber escuchado que una mujer había decidido colocar en la casa de su madre (octogenaria que vive sola), una cámara para ver desde su casa, si su madre está bien. La cámara sería colocada en la sala de estar, razón por la cual si la madre se cae en el baño, jamás se enterará. ¿No es más fácil llevar a su madre a vivir con ella? Y ¿darle la posibilidad de pasar sus últimos años acompañada de su hija y no de una mucama o una cámara a la que saludará cuando pase?

No acepto que los ancianos sean un estorbo. Aprendo mucho de ellos, y gran parte de mi vida fueron los consejos de mi abuela, de mis tías mayores que me contaban sus experiencias de vida y que tan contante me sentaba a escuchar.

La mayor de mis no aceptaciones es la de herir al prójimo. Y me refiero a herirme a mi misma permitiendo a los demás que hagan de mí alguien vulnerable a quien se le pude lastimar.

Últimamente he sido vilipendiada, humillada por mujeres envidiosas. Mujeres que no deberian ni fijarse en mí, pero me hicieron mucho daño y obvio porque yo las dejé. No acepto volver a permitírselos. No acepto que por buena educación tenga que aceptar escuchar "cuando con tu novio nos fuimos de viaje tres días a…" y yo por ser una dama cerré la boca. ¿Qué motivó a esa mujer producirme esa herida?

Esa mujer se odia a sí misma, se hizo un daño enorme.

No acepto tener que aceptar un mundo repleto de falta de sentimientos, de incomunicación; de poco cuidado; de desinterés; de egoísmos y que se haya convertido en un acto de inteligencia pura el comprender al otro, cuando en realidad estamos hablando de amor al prójimo.

Perdonar por supuesto que sea una obligación natural que todo humano de cualquier creencia debe practicar, pero aceptar es diferente.

"Te perdono, pero no vuelvas a acercarte" no es amenaza, es aceptar que reconozco que me haces daño y te muestro con ello mi inteligencia.

Y a ti mi amor, que estás esperando que te nombre, pues debes saber que sé bien que cuando falte todo a mi alrededor tú estarás. Porque tantas veces pensamos "en deshacer las maletas antes de emprender el viaje, pero no lo aceptamos".

Silvia Stella, abogada



Enviar a un(a) amigo(a)
    enviar a un(a) amigo(a)    
   Imprimer/Imprimir
    imprimir    
   Vuestra opinión sobre estos artículos
    vuestra opinión sobre estos artículos    

Regreso en visualización clásica