Con el advenimiento del nuevo milenio, se han manifestado reacciones variadas respecto
a su significación y atribuciones que le fueron depositadas.
Hay muchas personas que lo han esperado como un hecho relevante por demás, y es llamativa la tendencia de esas ideas y esperanzas, que se mostraron focalizadas en opuestos, es decir, muchos tenían la esperanza de un cambio realmente positivo en sus vidas, mientras otros esperaban el Apocalipsis. Muchas personas gestaban desde hace años la idea de que el año dos mil nos iba a encontrar en un mundo con una tecnología tal que el hombre pudiera disfrutar más su tiempo libre, y las máquinas hicieran todo por nosotros, es decir eran optimistas. Otras gentes, esperaban el advenimiento de un nuevo Mesías, al estilo de Jesús. Otros esperaban una catástrofe cósmica. Y así siguiendo en larga lista de hechos y esperanzas, organizados en la incertidumbre de tendencias extremas. Muchos indiferentes, esperaban solo el diario y monótono transcurrir tras las fiestas (si es que pudieron tenerlas). Lo que parece ser es que vivimos depositando deseos en hechos externos a nuestra intencionalidad, en hechos que no dependen de nosotros, sino que nos son impuestos o bien por la naturaleza (catástrofes) o bien por la cultura (fines de milenio). A partir de allí es que existen personas que se dediquen a pronosticar lo que nos podrá acontecer de acuerdo a las estrellas, las mareas, la meteorología, y algunas otras artes más. Ninguno se atreve a pronosticar en función del esfuerzo que pongamos en algo, en el trabajo, la estrategia, y el sudor que se necesita para lograr cualquier cosa por pequeña que sea. Es más fácil creer en algo que otros dicen, de modo que al verificar el fracaso de ello, no necesitamos culparnos de haber errado. Y así vivimos una vida de culpar a los demás por todo lo mal que nos va. Pero lo cierto es que somos responsables de elegir creer. Nadie nos obliga a creer, nosotros depositamos esperanzas en insustancialidades, no planeamos nuestras batallas, y no nos hacemos cargo de los resultados negativos. Solo decimos lo que "hicimos" cuando la suerte permitió que el resultado nos beneficiara de casualidad, fortaleciendo nuestro orgullo engañoso. ¿Qué probabilidades estadísticas tengo de lograr una meta, si sigo los pasos correctos? ¿Cuales son los pasos correctos para llegar a un objetivo? ¿Cual es la estrategia mejor a seguir?. Como profesionales de la psiquis, entiendo que éste debería ser nuestro fuerte, nuestro campo de acción, nuestra especialidad. Lograr generar cambios sobre lo que está bien, y no solo reparar lo que no es funcional. Una de las cosas más deprimentes es ver que tenemos la posibilidad de superarnos, y no lo hacemos. Eso es tan angustioso como ver una tragedia, porque en definitiva somos, al no programar nuestras vidas, artífices de nuestra propia caída al precipicio. Pero entiendo que no somos totalmente culpables. Es importante cuestionar la educación que recibimos. En muchos lugares, por no decir en todos, la educación consiste en la enseñanza de contenidos, y no de procesos. En la matemática, no necesitamos recordar números sino formas de trabajo, secuencia de hechos para llegar a un objetivo. Resolver una secuencia nos ayuda a resolver cualquier otra sin importar el contenido (números). Si estudiáramos historia (por ejemplo) de esa forma, infiriendo procesos, evolución, estrategia, tal vez estaríamos más preparados para afrontar nuestra vida, nuestros propios procesos. Y lo importante de todo esto es saber que si conocemos cómo hacer las cosas, cómo encarar cuestiones en la vida, tenemos menos necesidad de apelar a hechos aleatorios o exter nos a nuestro influencia para depositar nuestros deseos. Saber desear es ponerse a buen recaudo de la frustración. Saber desear es saber planear nuestras batallas con inteligencia, con pragmatismo. Desear mal es un mal muy común, y afecta incluso a gente de éxito. Frustra, y eso hace disminuir el rendimiento óptimo de cualquiera. El sentido común tiene mucho de saber planear las cosas. Suele tomarse como una virtud, la mayoría de las veces como "innata", pero creo que en todos los casos se construye en base a experiencias de vida. Es lamentable que la mayoría de los libros sobre el tema de planificación o sean demasiado teóricos o demasiado exhaustos en pasos tediosos, pero por suerte el arte de desear bien puede lograrse sin ayuda, tratando de ser amplio y considerar en nuestros proyectos la mayor cantidad de variables, no solo las que nos convienen. Si encontramos en lo que queremos, diez aspectos positivos, tratemos de buscar también otros tantos negativos, y sus posibilidades reales de que ocurran. Es importante ser sistemáticos hasta que el mecanismo se incorpore en nosotros, y lo mejor es ponerlo todo por escrito. Así vamos desarrollando ese tan esquivo "sentido común" que nos hace más asertivos. Y si suceden cosas que no dependen de nosotros, como un entorno más feliz o bien una catástrofe, sabremos que hemos hecho lo mejor que pudimos, que lo intentamos con todas las herramientas que dispusimos, que no tenemos que culpar a nadie ni a nosotros mismos, que hemos puesto manos en crear nuestras realidades, nuestros deseos, nuestras ansiedades. Así el comienzo de un nuevo año, un nuevo siglo, un milenio, tendría las dimensiones que corresponden, para su festejo o para ser hito de nuevos proyectos. También para ser un motivo de encuentro y cariño, al igual que todo lo que roza diariamente nuestras vidas, pero sin provocarnos ni miedos ni frustraciones y sin creer en milagrosos cambios gratuitos. Mas que tener autos voladores, súper procesadores que hagan nuestras tareas mas pesadas, mejor es ir pensando qué queremos realmente como seres humanos, dónde queremos llegar en nuestra corta pero interesante vida, qué elegimos para ella, porque si no somos nosotros los que elegimos, seguro va a haber alguien que elija en nuestro lugar. Es decir, tomar con beneplácito todo cambio que mejore nuestras vidas, y con optimismo lo que tienda a perjudicarla, pero sí, y sin falta, planear nuestras batallas, saber qué guerra estamos pelando, y en este punto sería mi deseo que peleemos una guerra de paz, de superación de las limitaciones humanas, una guerra contra el hambre y la estupidez humana, una guerra por la equidad. Es mi deseo para este año, que empecemos a batallar contra las limitaciones materiales e intentemos conocer hasta dónde puede llegar el ser humano, con la maravillosa máquina que nos toca dirigir (el cuerpo), con todo ese potencial inexplorado que es la mente, y el espíritu y con toda nuestra historia de victorias y fracasos, de los cuales debemos aprender para aprovecharlo en nuestro crecimiento. Para todos, ese es mi deseo, no de grandes logros inmediato, pero sí de pequeños y certeros, y hacernos humildes expertos en el arte de usar nuestra inteligencia. |
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Licenciado Alejandro Giosa
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Hay ciertos estados internos que suelen sobresalir por sobre el normal estado de
conciencia (mecánica diría yo) en que vivimos. Estos estados, si son beneficiosos para nuestra salud, son dignos de ser estudiados a fin de percatarnos, cuales son sus elementos y cómo se relacionan. Con el estado de relajación considero que logramos escapar un poco de la mecanicidad en que vivimos, ya que permite la expresión de capacidades que
normalmente se hallan ofuscadas por la actividad mental.
Cuando hablamos de la ira, por ejemplo, se puede apreciar que en este estado hay ciertas respuestas corporales y psíquicas que son "reacciones típicas" de alguien iracundo. Lo mismo podría decirse de un montón de otros estados en los que se combinan una reacción corporal más una actitud mental. Es decir que en lo que respecta a hablar de un estado interior, para poder espejarlo (imitarlo o practicarlo) tendríamos que poder describir lo que pasa a nivel del cuerpo físico y lo que pasa a nivel mental. Para el estado que normalmente llamamos "paz interior" hay estudios realizados. En realidad, son específicos al tema de la relajación y sus efectos físicos y psíquicos. Considero que son trabajos hechos con seriedad y que los resultados son un aporte importante para los que nos dedicamos a estos temas. Incluso hay programas de computadora que mediante el procesador y sensores conectados en la piel del sujeto que se estudia, permite visualizar y oír señales (biofeedback), que posibilitan tener indicadores del estado de relajación y también de los progresos realizados en tal práctica. Dicha práctica produce un "aprendizaje corporal", es decir una especie de educación a nivel físico del cuerpo, en el que éste aprende con poca intervención de la mente. De esta forma se desarrolla un saber corporal o "primitivo" por el que puede llegarse a la relajación rápidamente en forma automática o poco consciente. Del mismo modo, por ejemplo, el cuerpo aprende a manejar un automóvil, y lograr la habilidad necesaria para que ya no necesite de la mente consciente para ejecutarlas. Ese método de aprender un estado de relajación, por medio de un procesador, se basa en la captación electrónica de procesos neuronales y musculares, sudación de la piel y temperatura en distintos lugares del cuerpo a modo de poder definir lo mejor posible ese estado de ser. Considero que obtenida esa relajación, paz interior o meditación de acuerdo a quién lo defina, sea por medio del computador, por el yoga o la meditación trascendental, o cualquier otro método, lo que sucede es que la mente permite que el cuerpo físico actúe como bien él sabe hacerlo solo, y no conducido (dominado diría) por la mente. Es decir la mente se apacigua, se calma y pierde sus conflictos aunque sea por breves instantes y el cuerpo empieza a cumplir con sus funciones sin distracción, ni llamamientos de parte de la mente, que siempre está exigiéndole cosas al pobre cuerpo (que haga esto o aquello, que se tense, se ponga nervioso, etc.). Creo que es creencia generalizada, que muchas enfermedades son producidas por vicios del comportamiento, y el comportamiento está guiado en nosotros por la mente, para abreviar, muchas enfermedades son provocadas por la insistencia en mantener conductas regidas por modelos mentales rígidos y abusivos. Sonaría chocante decir que son "enfermedades mentales" pero más o menos a eso me refiero. El tabaquismo produce enfermedades que son típicas de ese comportamiento que es fumar (afecciones pulmonares, cáncer, cardiovasculares). Las personas con úlcera gástrica, son probablemente nerviosas, y los hipertensos tal vez sean los que su hábito de comer de cierto modo y actuar de otro cierto modo lo predispongan a eso. La literatura médica se abocó bastante a este tema de qué cosa es la que provoca la enfermedad o bien cuánto de eso o de aquello incide estadísticamente para que se produzca con más probabilidad. Eso pretende poder actuar desde la prevención primaria de la salud. También se está comprobando en ciertas investigaciones que ciertos virus pueden producir enfermedad en algunas personas expuestas y en otras igualmente expuestas, no. Bien sabemos que no todos enfermamos ante la presencia de un agente patógeno, de lo contrario cualquier bichito provocaría una tras otra epidemia y la población en el planeta se hubiera extinguido hace mucho. Se sospecha que un factor importante que diferencia el hecho de que ataque a algunos y a otros no, podría estar en el "estado de ánimo" del sujeto, como punto importante a tener presente, además de otros factores de inmunización a nivel físico. Algunos creen que cuanta más "paz interior" tengamos, mejor preparado estamos no solo para repeler enfermedades sino también para vivir mejor, para resolver más eficazmente nuestros problemas, y en definitiva poder experimentar un poquito de eso tan esquivo que llamamos felicidad. Cuando la mente deja de "mariposear" de idea en idea en forma descontrolada, deja de interferir en los procesos normales de tensión y distensión del cuerpo, y en general, si no hay problemas orgánicos, el cuerpo se relaja. Mientras pensamos, nuestro cuerpo "sigue" nuestros pensamientos. La experiencia simple de pensar en cómo sabe el jugo de limón en nuestra boca, produce salivación. Así todo pensamiento tiene un correlato físico, tal vez no tan espectacular como el ejemplo anterior, pero no por eso menos importante. Vivimos con músculos en permanente tensión, sin motivo lógico, pero sí como causa de los pensamientos que tenemos regularmente y que nos acompañan durante todo el día (nuestra "personalidad"). Podríamos decir que no tenemos siempre el mismo pensamiento, pero sí siempre la misma tensión. Parecería ser que a un nivel menos consciente tenemos preocupaciones constantes. Hay pensamientos que estamos tan acostumbrados a tener que ya no nos percatamos de ellos. También podemos hacer de la relajación y de la paz interior un estado constante del ser, y desde ya eso significarían muchas cosas más que la simple pero importante relajación muscular y visceral. Si hemos aprendido a mantener la tensión en el estar "alerta" y a punto de "disparar", como lo estamos habitualmente en nuestro medio social, ello implicó un esfuerzo de aprendizaje y un desgaste de energía. También desde la lógica podemos decir que podemos gastar esa misma energía para aprender a estar relajado y en paz. Lo curioso de esto es que este estado requeriría menos esfuerzo mantenerlo, por el mismo hecho de no estar en tensión. Sería el trabajo de aprender cómo hacerlo y mantenerlo, para poder gozar de algunas cuantas ventajas. Podría decirse que se puede estar relajado y tener igualmente millones de problemas y preocupaciones por lo que no podría llegarse a la paz interior. Pero en el ser humano como en todos los sistemas un estado determinado produce asociaciones y situaciones que son propias de ese sistema organizado de esa manera. Lo que indefectiblemente sucede es que logrando un pequeño cambio en nuestras vidas como puede ser el empezar a estar relajado, reestructura nuestras vinculaciones de modo tal que el sistema cambia. Para ser más práctico, si siempre nos peleamos con el señor X cuando nos dice que no le gusta nuestro trabajo, y eso nos trae toda una serie de dificultades posteriores, es muy probable que si estamos distensos, no queramos pelearnos con X, y así evitemos toda la larga serie de inconvenientes que sucedían a ese desencuentro. Cambiamos así una "porción" de nuestra vida y nos acercamos tal vez mas a eso que llamamos "paz". Pequeños cambios, pero estratégicos, muchas veces producen grandes maravillas. Así calificaría yo a los efectos de la relajación. No suele venir sola, la acompaña casi siempre toda una escolta de beneficios difíciles de lograr de otro modo. Vale la pena aprender a relajarse, y lo cierto es que contamos con todo un repertorio de cómo hacerlo. Desde las formas en que utilizaban los sabios de la antigüedad, hasta el moderno uso de procesadores electrónicos de reciente salida al mercado. Para redondear, diría que mi creencia es que la relajación es la primera puerta que hay que tocar para acceder a una segunda que es la paz interior, y es allí donde podríamos acceder a una forma de vida más sana, tranquila, y un poco más feliz. También es mi deseo que realmente en todos pueda ser esto tan fácil como lo relata la fórmula anterior. Lo cierto es que esto ayuda a mucha gente a tener una mejor calidad de vida, y es algo que se está difundiendo mucho, especialmente entre aquellos que tienen una vida dinámica, y los que adhieren a corrientes "de moda" que utilizan estos conceptos más o menos disfrazados, para lograr adeptos, porque bien saben que una persona que sabe relajarse también empieza a vivir mejor. Lo bueno es también que no hay que invertir mucho dinero en lograrlo, no tenemos que viajar al Caribe ni nada de eso. Es más, tal vez el costo monetario no existe, y así como todavía el aire que respiramos no lo adquirimos en el mercado, la obtención de la relajación dependa solo de nuestro esfuerzo por "aspirar y espirar " paz interior. |
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Licenciado Alejandro Giosa
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Lic. Diana Sanz. Psicóloga. Especialista en Maltrato y Abuso sexual infantil Directora del Hogar para Madres Adolescentes Supervisora de la línea telefónica "Te Ayudo" de orientación, contención y derivación del maltrato Infanto- juvenil. Servicios del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires | E-mail: diana_sanz@hotmail.com Indudablemente la violencia es un fenómeno que forma parte de nuestras experiencias cotidianas en las más disímiles circunstancias. Es una presencia invisible que tiñe muchas de nuestras experiencias cotidianas, y que provoca sentimientos muy intensos. Noticias periodísticas acerca de asaltos, homicidios o violaciones, formas de maltrato más sutil sufrido en el ámbito laboral, algún insulto callejero. Las distintas formas de violencia a los que invisiblemente y hasta de manera "naturalizada" solemos sufrir tienen resonancias emocionales personales en cada uno de nosotros. La violencia como tal adquiere formas específicas de aparición en función de los contextos en los que se manifiesta: social, político, económico, familiar, etc. La violencia dentro del núcleo familiar (violencia hacia la mujer, maltrato de los padres hacia sus hijos, maltrato de los hijos adultos a sus padres ancianos), no constituye un problema ni moderno ni reciente, por el contrario ha sido una característica de la vida familiar desde tiempos remotos. Es sólo recientemente que comienza a concientizarse como fenómeno muy grave y que daña la salud de la población y el tejido social. El reconocimiento del fenómeno se debe a múltiples factores, en primer término, la familia ha dejado de ser un reducto privado infranqueable, sujeto a las decisiones internas y a la autoridad de quien la gobierna. Las políticas estatales mundiales tienden a la protección integral de la familia y de los miembros que la componen, la autoridad del «Pater familiae", ha declinado, se han modificado la posición de la mujer en la sociedad y el niño es considerado sujeto de derechos. La neutralidad del poder público desaparece ante circunstancias que ponen en peligro la integridad de las personas en el seno familiar. El resguardo de la intimidad doméstica no excluye el apoyo o auxilio de la comunidad. Para eso deben conocerse los conflictos y problemas que afectan la dinámica familiar. Se ha debido luchar muy duramente para correr la imagen idílica que portaba el concepto de familia, y que oscurecía el reconocimiento de hechos aberrantes cometidos en el seno de la misma. Podemos afirmar que si bien a lo largo de la historia la familia ha sido concebida como lugar de "refugio, remanso y bienestar para los sujetos que la componen; célula básica afectiva que moldea a los individuos, les otorga sentido de pertenencia y ayuda a formar la subjetividad y se aprende la reciprocidad social"; también es portadora de núcleos generadores de violencia y autoritarismo que atentan contra el individuo. ¿Por qué ocuparse de la Violencia Familiar? Una vez que disipamos el mito de la "paz familar", nos confrontamos con algunos hechos. La observación clínica, la investigación empírica, las noticias periodísticas, y los boletines informativos, nos describen dolorosos actos de violencia entre esposos, de adultos hacia los niños a su cuidado, y de los ancianos dependientes en el núcleo familiar. Todos estos hechos han acrecentado la conciencia pública y nos han obligado a reconocer que la violencia en el interior de la familia es un fenómeno común de nuestra sociedad moderna y que atraviesa todos los niveles socioeconómicos y culturales. De hecho, las personas tienen más probabilidad de ser asesinadas, atacadas físicamente, golpeadas, abofeteadas o sexualmente abusadas en sus propios hogares a manos de sus propios familiares, que en cualquier otro lugar o por cualquier otra persona en la sociedad. Algunos datos extraídos de realidades de otros países nos ponen a tono con la magnitud del problema. Noticias de Gran Bretaña basadas en archivos policiales y de la Corte arrojan que el 42% de los asesinatos incluyen "disputas domésticas" y un tercio de las víctimas de la violencia doméstica son niños. La Sociedad Nacional para la prevención de la Crueldad hacia los Niños ( Reino Unido ) informa que tres a cuatro niños mueren por semana víctimas de malos tratos por parte de sus padres. En los EE.UU., aprox. el 40% de los homicidios son el resultado de violencia en el interior de la familia. El índice de homicidios producidos por violencia intrafamiliar es similar para USA ( 40%), el Reino Unido ( 42%), y Australia (44%). Cifras similares aunque no oficiales se manejan en los países latinoamericanos. Esta compleja realidad deja a nuestro sistema social inadecuadamente preparado para aliviar el sufrimiento de las víctimas y sus familias. Todas las disciplinas involucradas en la detección, intervención, y tratamiento (medicina, educación, servicios sociales, servicio de justicia, salud mental) no cuentan con el entrenamiento adecuado y específico. Las políticas sociales no responden a las realidades emergentes. Los servicios sociales y de salud, el sistema de justicia criminal y civil lidian con el problema sin adecuadas medidas de seguimiento y con incompetencia técnica del personal asignado. La comunidad en general experimenta alienación, confusión y falta de información básica acerca de cómo trabajan los distintos servicios de la red y su interdependencia . El Diccionario de la Real Academia Española explica que "violentar" es "la aplicación de medios sobre personas o cosas para vencer su resistencia". Así se ha definido a la violencia como "el uso de una fuerza, abierta u oculta, con el fin de obtener de un individuo o de un grupo lo que no quieren consentir libremente", y según el Consejo de Europa la violencia familiar es definida como "Toda acción u omisión cometida en el seno de la familia por uno de sus miembros, que menoscaba la vida o la integridad física o psicológica, o incluso la libertad de uno de sus integrantes, que causa un serio daño al desarrollo de su personalidad". Así entendida, la violencia siempre es una forma de ejercicio del poder mediante el empleo de de la fuerza (ya sea física, psicológica, económica, etc) e implica la existencia de un "arriba y un abajo", reales o simbólicos. El empleo de la fuerza "se constituye así en un método posible para la resolución de conflictos intrapersonales, como un intento de doblegar la voluntad del otro, de anularlo precisamente en su calidad de "otro". La violencia implica una búsqueda de eliminar los obstáculos que se oponen al propio ejercicio del poder mediante el control de la relación obtenida a través del uso de la fuerza" (Lic. Jorge Corsi , Violencia Familiar, 1995). Para que la conducta violenta sea posible tiene que darse un cierto desequilibrio de poder, que puede estar definido culturalmente o por el contexto, o producido por maniobras interpersonales de control de la relación. ¿Por qué la Violencia en la Familia?. La familia, como una organización social, se ordena jerárquicamente de acuerdo con principios que varían históricamente. Sin embargo hay uno que se ha mantenido estable a través de los siglos: el de la estructuración jerárquica en función de la edad y del sistema de "género". Esto es, las creencias y valores sostenidos culturalmente acerca del comportamiento de hombres y mujeres, de las relaciones entre ellos y de las características de los sexos. Las consideraciones valorativas acerca de lo que es predominantemente masculino y femenino, determina los modelos sociales acerca del lugar del hombre, de la mujer, de las relaciones en el seno de la familia, del lugar de los hijos. Así se forman supuestos implícitos que subyacen a la organización familiar , y que regulan la distribución del poder entre sus miembros. Algunos de estos supuestos implícitos culturalmente son: 1) La familia está organizada en jerarquías de poder desiguales entre hombres y mujeres; 2) La desigualdad proviene de un ordenamiento biológico entre los sexos que otorga superioridad al hombre; 3) Las mujeres están destinadas a ejercer funciones maternales, más allá de su capacidad reproductiva; 4) Es ésta condición natural la que les otorga características de debilidad, pasividad y sensibilidad; 5) Los hombres dominan la naturaleza por medio de la intrusión, la acción y la fuerza. Hay otro conjunto de supuestos implícitos que gobiernan las relaciones con los hijos, que legitiman" socioculturalmente las acciones violentas hacia ellos: a) Los hijos son propiedad privada de los padres; b) La aceptación del uso de castigos físicos como método educativo; c) Todo lo que pasa entre las cuatro paredes del hogar es de incumbencia exclusiva del ámbito privado. Según algunos autores, el grado de potencialidad de violencia en una familia está dado por: I) El grado de verticalidad de la estructura familiar; II) Grado de rigidez de las jerarquías; III) Creencias en torno a la obediencia y el respeto, IV) Creencias en torno al valor de la disciplina y el castigo; V) Grado de adhesión a los estereotipos de género; VI) Grado de autonomía de los miembros. Todos estos supuestos implícitos consensuados socialmente, corresponden a un modelo autoritario de familia, donde el respeto no es entendido como reciprocidad entre los miembros, sino que es definido a partir de una estructura de poder vertical. La dependencia de los más débiles a los más fuertes se refuerza, y la autonomía es un derecho no reconocido igualitariamente para todos los miembros del sistema familiar. |
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