La oración

Si Dios no existe, nosotros no podemos inventarlo como dijo Voltaire en su gran espiritualidad.

El padre Teilhard de Chardin estableció una ley de recurrencia que define experimentalmente el proceso de la creación a través del tiempo.

Esta ley de recurrencia es filosóficamente significativa. Ella enseña que toda la creación aparece como esencialmente orientada hacia la conciencia y la personalización de la persona divina.

Esta ley metafísica se inscribe en la fe como territorio fundamental.

El padre Teilhard de Chardin lo expresaba así: «Poder decir a Dios que le amamos, no solamente de todo nuestro cuerpo, de todo nuestro corazón y de toda nuestra alma, pero también de todo el universo en vía de unificación, esta es una unificación, esta es una oración que solo puede hacerse en el Espacio/Tiempo.» (El Fenómeno humano)

Doctora E. Graciela Pioton-Cimetti



Las más importantes oraciones de mi vida

Deseo comunicar mis recuerdos, esos que emergen hoy, que están siempre presentes:

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La primera oración que me ha marcado fue en el colegio de Hermanas de la Misericordia, en Buenos Aires, en la avenida Cabildo 1333. Era mi primer día de colegio, el colegio de una congregación italiana. Mi abuelo había traído de Savona el palio para fundarlo.

Tenía 6 años: parada junto a mi banco de la clase. Mi primera oración fue en francés: "Sagrado corazón de Jesús en vos confío".

¡Me sorprendió la fusión de lenguas y países alrededor de la oración!

***

Después, muchos años después, el 17 de diciembre de 1989 partimos con Georges, mi marido de Paris a Israël para seguir un circuito bíblico.

El 18 de diciembre mientras Georges estaba en la Knesset, donde le esperaba una entrevista me fui sola para festejar mi cumpleaños al Gólgota. Allí puse mis manos y brazos en el agujero de la cruz de Jesús y le pedí que sanara a mi hijo mayor del asma que sufría desde su infancia y que como secuela le había dejado una tensión arterial juvenil maligna.

Ese año falleció sin pasar el calvario de una larga agonía. ¡Dios lo llamo!...

Un aneurisma se rompió en su cerebro. Estaba afeitándose para ir al hospital. Era ya médico. Sufrí como toda madre puede sufrir de la partido física de un hijo pero él había dejado de sufrir. Se lo confié a Dios acompañándolo, con la primera oración aprendida: "Sagrado corazón de Jesús en vos confió".

***

Luego comenzamos con Georges nuestro viaje por los puntos bíblicos, iglesias, lugares, ciudades, museos entre estos últimos el histórico de Jerusalem donde están los rollos del mar muerto:

Juan el Bautista, el bautizo de Cristo en el Rio Jordán... Pasamos navidad en Nazaret… y más imagines.

Todo estaba impregnado de las oraciones rezadas a través de los siglos.

En el museo histórico están también los sarcófagos antropomórficos de la época en la cual los muertos se enterraban de pie para alcanzar la eternidad dignamente.

Los sarcófagos habían sido descubiertos por el General Moshe Dayan durante la guerra de seis días enterrados en la arena del desierto.

Todo hacía referencia a la oración. Me acordé mucho de San Juan Pablo II que cuando bajaba del avión en Israel besaba la tierra con unción, al descender del avión en el aeropuerto de Tel Aviv la energía de esa Tierra Santa. Me envolvió completamente. Entonces yo también besé la tierra. ¿Porqué no hacerlo?

***

Y vuelvo al día de mi cumpleaños. Rezé en el Gólgota y un silencio profundo, liberador y confiante me acompañó y me acompaña desde entonces.

***

Y volvamos al circuito bíblico: porque las imágenes son muy fuertes. No puedo contarlo todo pero estoy compartiendo lo que puedo…

Conocimos a un padre francés que había partido 20 años antes de Francia para organizar en Israel seminarios permanentes de evangelización para los grupos universitarios que deseaban conocer la historia según nosotros ¡Interesante porque ellos continúan esperando que Jehová llegue y nuestro redentor llegó hace más de 2000 años!

Me pregunto hoy porqué la oración es tan importante para mi.

En este momento vivo un enriquecimiento de mi fe gracias a la presencia del Papa Francisco, su fuerza me da fuerza, es un modelo. No tiene miedo de morir: El nos pide de rezar por él. Yo lo comprendo porque todos somos iguales frente a Dios.

Habla de Dios con fuerza y vivacidad permiendo la manifestación de esa parte fantasmática de Dios.

El hijo, Jesús, es un personaje histórico, manifestado en carne y hueso, es diferente… Con respecto al Espíritu Santo lo sentimos todo el tiempo iluminando nuestras tinieblas. Él es nuestro "despertador" permanente.

El Papa no es un presidente que uno pueda derrocar y cambiar: no, es el apóstol de hoy día, el continuador de la misión de San Pedro y la cabeza del estado del Vaticano, un estado que hoy se enfrenta a los otros estados del mundo, en este momento de crisis universal para terminar con la devoración de los hombres por los hombres.

Él tiene los ojos abiertos a la realidad del mundo…

Francisco es un místico y un administrador de la mayor empresa, la que construye la paz…

El acepta lo efímero de la vida y hace lo posible por hacer lo que puede mientras tenga los ojos abiertos sobre la tierra.

***

Mis más próximas oraciones las digo en la iglesia de Santa Jeanne de Chantal, en Paris. Para mi es la casa del Padre. Soy feliz y nada me retira de ese estado de Gracia que me da la oración.

***

Cada noche rezo los complis de cada día. Me fueron dados por un sacerdote que hace 10 años nos enseñaba en esta Iglesia la teología luego de las misas de los domingos a 19 horas.

¡En el año 2004 Georges me hizo varias fotocopias porque las originales estaban ajadas!

Con respecto a mis pacientes yo digo como Ambroise Paré: "Dios los cura yo los ayudo"

***

Mi pregunta fundamental, esa que guía mi vida, es la siguiente: ¿Qué venimos a hacer sobre la tierra?

La respuesta es siempre la misma desde mis doce años:

Venimos a servir y yo lo hago lo mejor posible y para ello continuo a trabajar sobre mi misma desde mis 16 años.

***

Oración de San Agustín (354-430)

Pienso en vos hijo mio y en todos mis queridos invisibles y rezo la oración de San Agustín:
No lloren si me queren.
¡Si ustedes supieran lo que es el cielo: don de Dios!
Desde aquí escucho el canto de los ángeles y estoy entre ellos.
¡Si ustedes pudieran ver los horizontes y los campos eternos y los nuevos caminos sobre los que camino!
¡Si un instante pudieran contemplar como yo lo Belleza frente a la cual todas las bellezas palidecen!
¿Que? ¡Ustedes me han visto, ustedes me han amado en el país de las sombras y ustedes no pueden verme ni quererme en el país de las innumerables realidades!
Créanme, cuando la muerte romperá vuestros lazos como ella ha roto esos que me han encadenado, y cuando un día que Dios conoce y que está fijado nuestra alma vendró al cielo donde la mia la ha precedido, ese día, ustedes verán los que ustedes aman y que los quieren todavía, ustedes reencontrarán sus corazones y reencontrarán las ternuras depuradas
¡Sequen sus lágrimas, y no lloren más si me quieren!

Hecho en Paris, con toda mi fe, el 19 de abril del 2015.
Afuera de mí brilla el sol, con respecto a mi sol interior,
está ahí no es una utopia.
Nuestra paz es una construcción, no se hace sola,
hay que estar presente y desear salir de las tinieblas de la guerra interior.
El hombre es feroz: tratemos de calmar en nosotros ese instinto
que está en el inconsciente para destruir lo más posible.
Traducido con infinito fervor.
Amen.
Doctora E. Graciela Pioton-Cimetti



¿Hay una oración?.¿palabras que nos representen?

¿Algún momento preciso del día o la noche en que nos prendemos al deseo de hablar con eso que nos escucha cuando necesitamos, anhelamos o deseamos algo?

¿Hay un encuentro con el silencio del mas allá o del mas acá cuando nos sentimos frágiles, ansiosos, débiles, inseguros?

¿Hay un silencio que nos mece cual madre compasiva cuando enfermamos o nos despedimos de un ser amado que partió del planeta hacia alguna estrella?

¿Hay una energía pacífica que se posa en nuestros hombros cuando nos sentimos agresivos, furiosos, apenados y doloridos?

¿Convocamos a ese espíritu foráneo que se introduce en nuestro ser para sonreírnos con la garantía de una reencarnación milagrosa?

¿Hay una oración?

Sin duda que la hay.

Esas palabras que se hacen propias a pesar de haber sido enunciadas por otros o tal vez no, se apoderan de los pensamientos y como si fuésemos otros nos relatan proezas de paz, de perdón, de bondad.

Si el comienzo de nuestro encuentro con el Si Mismo que aletea en nuestro interior son esas palabras que van bordeando nuestro ser… valiosas son por remitirnos a un silencio de los pensamientos insidiosos que garabatean un conocido desorden y apuro cotidiano.

Esa oración, esas palabras teñidas de emoción por si solas ya son sanadoras al introducirnos con conciencia o sin ella en una dimensión multidimensional.

Nuestras vidas físicas emocionales, mentales, espirituales y paralelas se aúnan en el momento de la oración.

Acontece algo así como un temblor que eriza nuestra piel en cada enunciación.

La enunciación es la puesta en habla de nuestro ser.

Ese ser que palpita en cada respiración, en cada pulsación, en el soplo armónico del corazón.

Poco a poco, y en conciencia, ya sin dormitarnos o desviar nuestra atención, la oración se va convirtiendo en el día a día de nuestro vivir.

Somos lo que pensamos, lo que sentimos, lo que actuamos, lo que soñamos, fantaseamos y anhelamos.

En el sueño y en la vigilia somos a cada instante eso que somos.

Muchas veces suponemos que debemos hacer grandes tareas, investigaciones u obras para que nuestras vidas sean trascendentes.

Y lo inmensamente trascendente en cada uno de nosotros es ser ese tubo de luz que conecta la energía del multiverso al planeta tierra y del planeta tierra al multiverso.

Cualquiera de las técnicas de meditación, yoga, tantra, respiración conciente, sanación a distancia, todas nos conducen a alimentarnos de nuestra energía para reconducir nuestros pensamientos y nuestras emociones a una alineación para que nuestras vidas y vivencias no sucedan arbitrariamente.

Esa arbitrariedad, esa ajenidad con la que tantas veces ocupamos días y noches es lo que impone tristeza, costumbrismo y rumbos hostiles.

Recurrimos a la oración. Precisamos alivio…

La oración se va convirtiendo en un amigo invisible que apunta un camino.

Cruzamos un puente y no sabemos que hay en la otra orilla, y sin embargo nos vamos sintiendo eso que comúnmente se comenta: "mejores personas".

Esas "mejores personas" porque sentimos, a pesar de los innumerables inconvenientes diarios, la plenitud de nuestras vidas.

Y cobijamos en nuestras miradas cada ser viviente con una complacencia desconocida.

Esa oración que comenzó siendo una oración, se convirtió en un manto en nuestros hombros con la tibieza del sol en primavera.

Es el manto del nuestras almas y el espíritu del multiverso que abrazó nuestras personalidades.

Mi oración?

"A los que fuimos, somos y seremos… a la humanidad toda… nos proteja la lluvia de estrellas y el polvo de amor".

Lic. Rut Cohen



Existe una tribu en África, donde la fecha de nacimiento de un niño no se toma como el día en que nació, ni como el momento en que fue concebido, sino como el día en que ese niño fue «pensado» por su madre.

Cuando una mujer decide tener un hijo, se sienta sola bajo un árbol y se concentra hasta escuchar la canción del niño que quiere nacer.

Luego de escucharla, regresa con el hombre que será el padre de su hijo y se la enseña. Entonces, cuando hacen el amor con la intención de concebirlo, en algún momento cantan su canción, como una forma de invitarlo a venir.

Cuando la madre está embarazada, enseña la canción del niño a la gente del lugar, para que cuando nazca, las ancianas y quienes estén a su lado, le canten para darle la bienvenida.

A medida que el niño va creciendo; cuando el niño se lastima o cae o cuando hace algo bueno, como forma de honrarlo, la gente de la tribu canta su canción.

Hay otra ocasión en la que la gente de la tribu le canta al niño.
Si en algún momento de su vida, esa persona comete un crimen o un acto socialmente aberrante, se lo llama al centro de la villa y la gente de la comunidad lo rodea. Entonces le cantan su canción.

La tribu reconoce que la forma de corregir un comportamiento antisocial no es el castigo, sino el amor y la recuperación de la identidad.

Cuando uno reconoce su propia canción, no desea ni necesita hacer nada que dañe a otros.

Y así continua durante toda su vida.

Cuando contraen matrimonio, se cantan las canciones juntas.
Y finalmente, cuando esta persona va a morir, todos en la villa cantan su canción, por última vez, para él.

«Puedes no haber nacido en una tribu africana que te cante tu canción en cada una de las transiciones de tu vida, pero la vida siempre te recuerda cuando estás vibrando a tu propia frecuencia, y cuando no lo estás.

Sólo sigue cantando y encontrarás tu camino a casa».

« La humanidad siempre ha tenido su "canción del alma".
Hemos caminado con tal apresuramiento que se olvidó esa canción.
Un mantra maravilloso que nos permite recuperarla es simplemente la enunciación del amor.
La enunciación del amor que nos habita es el palpitar de nuestro corazón.
La calidez de nuestra sonrisa y la caricia del viento.
La enunciación del amor es sabernos partícipes de la creación.
La enunciación del amor es sentir en la planta de nuestros pies y las palmas de nuestras manos el repiqueteo de esa canción al extender a nuestros semejantes un abrazo y una mirada con comprensión. »

Lic. Rut Cohen



Había, en un tiempo sin tiempo, una comunidad que al parecer era muy religiosa, muy devota de ciertos rituales mágicos y misteriosos para el espectador alejado de ellos.

Este pueblo se reunía todos las semanas a la misma hora en un lugar determinado y allí vociferaban oraciones rígidamente confeccionadas, se postraban y se levantaban al unísono y tenían posturas muy bien seleccionadas que daban la apariencia de ser muy importantes para las tareas que estaban haciendo. Un líder los comandaba y les daba los ritmos exactos de todas las maniobras que realizaban. También les daba ciertas piezas comestibles que el resto aceptaba devotamente.

Terminadas las ceremonias todos se retiraban y parecía como si fueran a continuar con otros rituales en sus respectivos hogares.

Se sabe que todas las noches y mañanas también proferían oraciones en concordancia con sus creencias.

Así también nombraban frecuentemente al dios en el que creían.

Entonces un ser de otro lugar, intrigado por semejante devoción, decidió infiltrarse en este pueblo extraño, ya que llamaba la atención la gran brecha que había entre la realidad cotidiana en que vivían inmersos respecto de sus ceremonias tan rígidamente conformadas. Vivían con valores al parecer diferentes y hasta opuestos a los que predicaban en las ceremonias.

Entonces con el mismo aspecto que los habitantes de ese pueblo, este ser comenzó a vivir una vida similar a la de cualquiera que lo habitaba. Comenzó a trabajar, a disfrutar de la forma que ellos lo hacían, y a tratar de creer lo que ellos creían.

Hasta aquí, viviendo el diario vivir, le pareció que la gente era muy simple y estaba apegada a lo material de la vida, es decir al comer, a las posesiones, a la diversión y por cierto a un alto grado de comportamiento agresivo.

Hasta aquí no entendía todavía si se había infiltrado bien en un grupo representativo de lo que había observado antes, respecto al aspecto religioso, o se había confundido, pero sin embargo decidió seguir investigando.

Le llamó la atención que había comportamientos muy rigurosos respecto a ciertas creencia que tenían, pero que lo hacían por costumbre y no porque entendieran y supieran lo que hacían. Hacían movimientos con las manos en sus caras y pechos frecuentemente cuando algo les daba miedo o cuando pasaban frente a alguno de sus templos. También tenían un repertorio de buenas y malas palabras que debían o no usar, y eso lo inculcaban a sus hijos.

Justamente se acercaba una fiesta religiosa y parece que todos estaban muy obsesionados con la comida porque hacían largas colas en locales en donde se vendían comidas provenientes de los ríos y mares. Parece que era muy importante comer esos alimentos en una fecha especial. También se preocupaban por conseguir ramas de un árbol especial y además procuraban tener unos alimentos de color oscuro con forma de huevo.

En este punto el infiltrado comenzó a entusiasmarse porque el fin de su investigación estaba llegando. Se aproximaba una de esas ceremonias que tanto le habían intrigado de este pueblo.

Pero la vida de cada uno seguía más o menos igual, con sus preocupaciones y lamentos. Muchos parecían preocupados por salir de viaje, y de hecho lo hicieron. No entendía si iba a realizarse la fiesta religiosa o era otra cosa.

Decidió entonces atender a la gente que concurría a los templos y dejó de lado los que emprendían travesías turísticas.

Los pocos que lo hacían, concurrían a los templos y escuchaban lo que se les decía, pero era fácil para el investigador darse cuenta que prácticamente todos estaban con el cuerpo allí pero con la mente en otro lado. Hacían sus extraños movimientos, se paraban, se sentaban, se arrodillaban y vociferaban en ciertos momentos.

Al final de la ceremonia, eso sí, les cambiaba la cara, como que una alegría los embargaba. Lo que no pudo dilucidar fue si era porque la ceremonia los había puesto felices o porque había terminado y se podían ir a comer las delicias que habían preparado en sus casas.

No fue difícil para el investigador darse cuenta lo que pasaba. Sus rituales eran solo formas de movimientos, palabras y actos vacíos. Nadie entendía bien lo que significaban, y hasta les parecían cosas escindidas de la realidad. En los templos se hablaba de situaciones de un pasado remoto y desconocido, y solo la costumbre de realizar los rituales era los que lo hacía un poco más familiar.

Las oraciones se hacían rigurosamente pero lo típico era que los pensamientos de las personas estuvieran en otro lado, en sus cosas, en sus comidas, en sus diversiones.

La oración de este pueblo no era efectiva. En esas condiciones nada puede serlo.

Muy triste el ser del otro pueblo se fue, deseando a éste que algún día puedan realmente conocer el poder de la verdadera oración.

Licenciado Alejandro Giosa



Y Dios dijo "hágase la luz" con lo cual el primer acto de Dios no fue iluminar, sino hablar. Tal vez por eso es que, también, le llaman "el verbo".

Con esta enseñanza parece estar claro que la voz, la palabra, tiene un gran poder, al menos en la boca de Dios.

Sin embargo, también se le enseña al hombre a orar, a ejercer el poder de la palabra como instrumento sagrado. Y esto sucede en muchas religiones, no solo en la cristiana, judía e islamita; sino también en el budismo y la vedanta.

Las antiguas oraciones paganas estaban destinadas a invocar y evocar a fuerzas naturales o dioses, con el objeto de obtener ciertos resultados.

Pero, ¿qué tanto efecto tienen las oraciones?

A pesar de los testimonios de fe y las grandes presentaciones milagrosas, podemos asegurar, con cierta conciencia, de que la mayoría de las personas no reciben respuesta a sus oraciones.

Dentro del budismo hay escuelas que promueven la repetición de "mantrams" o párrafos de los sutras que, según dicen, producen la transformación del creyente y ayudan a que logre sus objetivos.

Dentro de los que podemos llamar religiones paganas, como la vedante misma, el mantram esta dirigido a lograr un estado de conciencia similar al del dios invocado (el cual representa una potencia universal), igualmente sucede en el budismo shingon, donde la figura de los dioses es reemplazada por las de los budas y bodisatvas.

La kabalah judía utiliza los sephirots, habitados por Elohim (dioses) que también son potencias universales, logrando, a través de la invocación, elevar el estado de conciencia del operador para producir determinados efectos.

Resumiendo, y para dar una idea del objetivo de este escrito: a los seguidores se les ha dado el permiso para orar (pidiendo), mientras que el sacerdote invoca a las fuerzas universales a través de rituales. Es decir, los sacerdotes realizan magia igual a la pagana, sean de la religión que sean.

La pregunta es si hay poder en sus rituales.

Al hombre común se le niega el valor de la magia y se lo informa y educa para que crea que todo el poder es de un dios único y que todo lo demás "funciona" mecánicamente, según leyes físicas o divinas.

Mientras tanto, la historia del hombre ha sido manipulada a través de rituales y sacrificios humanos para que el mundo llegue a ser lo que hoy es.

La magia existe, pero esta oculta, junto con el conocimiento de la realidad.

Quienes conocemos un poco mas de cuestiones magicas, sabemos que los sacrificios humanos masivos que se han realizado, responden a rituales cuyo objetivo es perpetuar a los seres que actualmente controlan el mundo.

¿Cuales sacrificios humanos? Pues:
• Los cientos de miles que torturo y mato la inquisición y las cruzadas
• Los 60 millones de la segunda guerra mundial, incluyendo los 6 millones de udíos del holocausto
• Los millones de cristianos asesinados por los judíos bolcheviques en Rusia
• Los millones de armenios
• Y todos los sacrificios de todas las guerras y revoluciones provocadas, siempre, por la misma gente

Uno puede creer que los acontecimientos humanos han sido casuales, una historia repleta de hechos casuales; pero esto no resiste el análisis profundo. Nada fue ni es casual, todo tiene un motivo y los resultados están a la vista. Si un comportamiento determinado ha llevado al mundo en que vivimos, ¿no creen que es hora de que cambiemos de estrategia?

Pues no, seguimos con la misma de decenas de miles de años atrás y no la cambiamos porque alguien se beneficia con ella.

La oración tiene poder y el hombre común también. Sólo que se lo ha cedido a sacerdotes y gobernantes.

En medio del hombre común y los que manipulan hay una gran masa de fanáticos que creen lo que les dice la televisión y su iglesia. Que no se toman el trabajo de investigar sus propias creencias y verificar la gran cantidad de contradicciones que albergan.

Lo que tenemos en el mundo es una oración irresponsable, dirigida a dioses que no nos hemos tomado el trabajo de reconocer, simplemente porque "siempre ha sido así".

Si tuviéramos una idea del poder de nuestra oración si lo reconociéramos en los efectos que producen en el mundo en que vivimos, creo que trataríamos de medir cada palabra que sale de nuestros labios.

Por supuesto que la mayoría de las personas rechazarán sarcásticamente lo que aquí escribo, pero el tiempo me dará la razón, porque ya hay mucha gente que ha comenzado a confiar en sí misma y en la fuerza de su esencia espiritual.

Guaynabo, Puerto Rico, marzo del 2015
exclusivo para «S.O.S. Psicólogo»
Juan Carlos Laborde



El café con leche duerme en la tasa, mientras mi mirada sueña con las ventanas y con sus toldos rojos, que animan ahora mi alma, para escribir estas oraciones que suenan a perfume, y a un cielo rojo que vivimos en Paris hace semanas.

Miro hacia un lado y el mobiliario se me antoja una Madeleine colmada de música, que ya no escucho ésta mañana, por recordar la luz de la luna que en las noches salía incitando.

Mis lágrimas asoman por no poder ver l´Arc de Triomphe que dio vida a mis venas, cuando te empeñabas en mostrarme la Tour Eiffel que poco después, me haría reír a carcajadas.

Cuan infantil son estas oraciones pero es que te quiero decir que extraño tanto, que en mí tostada, se apoye una abeja a la espera de ver todas las cosas que han quedado anidadas, en un viaje y en mis ganas.

El sabor de un helado en el Parque de Madrid, me dicen que Cibeles me reclama, pero cuando llego ya no hay nada, aunque Madrid este despertando ésta mañana, y La Plaza Mayor me recuerda las oraciones e imágenes de los libros de mi infancia.

El orden del viaje, aquí no se destaca, porque es el sentimiento que te nombra en todos los recuerdos y lugares que cantan este llanto.

Mírame a los ojos y dime que es cierto, que solo me he perdido en el aeropuerto de Paris, por quedarme intentando armar en oraciones esto, que se fijó en versos, del otro lado del Océano.

Agradezco a Dios, que en mi primer viaje a Europa, tuve la suerte de que la primera ciudad que conocí fue Paris y luego Madrid.

Entonces escondo en oraciones dirigidas al Verbo, para recordar el haber estado en Paris, en verano, que fue un maravilloso invierno.

Silvia Stella, abogada



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