Somos nosotros a través de nuestras actitudes de vida que comunicamos nuestros valores ancestrales.
Las cuatro generaciones anteriores la mía han trabajando benévolamente, luego yo también y hace 24 años que presido SOS Psicólogo Asociación de larga difusión, trabajo intenso y extensión territorial más allá de los países de habla francesa y española. Los valores primordiales en mi familia han sido: el don gratuito y el reconocimiento de los otros, de sus sufrimientos y privaciones tanto espirituales como materiales. Mi abuelo falleció a los 60 años a causa de una pulmonía tratando de salvar a los «pobres de la tierra» de las inundaciones del Río de la Plata sobre las Villas Miserias de la costa. La sudestada fue ruda pero él salvó muchas vidas. ¡Por otra parte el creía a la redención! Fundó los hospitales San José para los obreros, trajo el Palio de las hermanos de la Misericordia de Savona. Luego varias generaciones, incluida la mía estudiaron en el Colegio de la Misericordia en Belgrano, en Buenos Aires (Argentina). A la entrada del colegio sobre el frontón se lee esta frase: «Las manos en el trabajo y el corazón en Dios». Ella ha inspirado mi vida y ejerzo mi profesión reconociéndola como una vocación y una pasión que me permiten tener la certeza de continuar la línea de valores de mis ancestros. Para dar sentido a la vida es importante defender nuestros valores independientemente de toda religión o tendencia política. No creo haber vivido contra mis valores. He tratado de desarrollar cada día mi conciencia para compartirla con aquellos que sufren de traumatismos ó defectos de educación y socialización que les han llevado a perder sus valores originales en la confusión de existencias a veces demasiado banales o materialistas. Defender nuestros valores es la más bella guerra santa en la cual podemos luchar. |
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Doctora E. Graciela Pioton-Cimetti
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La noción de valor es tan vieja como el Homo Sapiens
El verbo en latín «valere» que ha dado el adjetivo «valeroso» significa: ser fuerte. Lo que vale importa. Lo que más vale para el hombre es su propia vida, su valor mas precioso dado que sin ella no podría disfrutar de ningún otro. El pensamiento se contenta al origen de separar lo precioso y útil de lo inútil. El se organiza sobre el orden moral y material, escala de valores de cual habla Nietzsche. Cuando la sociedad se organizó los valores materiales se manifestaron en el deseo de poseer. Cada uno soñó poseer ganado, tierras, aceite y vino Basta leer en un diario las expresiones: desvalorización, valores mobiliarios e inmobiliarios, valores extranjeros y nacionales para comprender la importancia acordada hoy día por los hombres a los valores mercantiles reales: monetarios ó fiscales. En algunos países el hombre vale por lo que posee no por lo que es. Frente a esos valores sobre los cuales se han sido edificado las bancas suntuosas y que llevan a los animadores de los medios de comunicación a hablar y comentar de la mañana a la noche provocando pánicos y crisis tan temidas come el fin del mundo nos sentimos obligados a preguntar dónde pasaron los valores esenciales bautizados por Max Scheler «esencias ideales»: lo sagrado, lo justo, lo bello, lo noble, lo heroico Lejos de percibir los signos de declinación en la valorización de la ciencia y la industria caminamos los ojos vendados olvidando los milenios que los otros valores ancestrales iluminaron el pasado. Que largo camino recorrido entre una posición y otra Hay un verdadero cambio de economías, de pedagogías, de estructuras sociales y modos de vida ¡Cuántas intrigas en torno de un país productor de uranio ó de petróleo! Si se calcula la riqueza de un país por su poder industrial y la de un hombre por su auto ¿No estaremos arriesgando a apreciar a un sabio por la fortuna alcanzada por la explotación de su idea? Frente a este crecimiento de valores «a la moda» es comprensible que aquellos espíritus que no han sido afectados, contaminados se manifiesten recordándonos la necesidad de dar prioridad a los valores morales: la importancia de la persona humana más allá que la simple conjugación de la mano y el cerebro. Si los valores son inmanentes y transcendentales en su esencia, cada generación talla su camino para alcanzar el ideal. Es sobre este punto que las generaciones se oponen. Lo que provoca ese drama es el incesante esfuerzo de cada generación para responder a las exigencias de su ideal humano
Hecho en Paris el 20 de octubre del 2012
en medio de un silencio confuso entre ilusión de permanencia y constatación de la fugacidad. Los valores tiemblan Es el otoño, las hojas caen, pero los troncos resisten. |
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Doctora E. Graciela Pioton-Cimetti
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Se escucha últimamente la palabra "alinearse" con mucha asiduidad.
Y si, alinear nuestros cuerpos, físico, emocional, mental y espiritual es una tarea que precisa de nuestra decisión, de un deseo de consideración luminosa hacia eso que somos: Seres Humanos. Vivimos en un espacio-tiempo que nos incluye en el derrotero cíclico de la galaxia a la que pertenecemos, en el movimiento constante del multiverso. Alinearnos es escuchar y descifrar nuestro inconsciente, bailar en sus imágenes y expresarlo a través de la vibración justa de las palabras que lo representan. Alinearnos es reconocer las imágenes de antiguas generaciones que nos habitan, de un presente que intentamos comandar y de un futuro que nos transporta al puede ser. Alinearnos es vivir en el tiempo de siempre-.jamás esa niñez continua del multiverso que resuena en nuestro interior para hacer brillar la incógnita de la creación: la propia y la del exterior. Un exterior al que pretendemos imbuir de creencias, misterios, y determinaciones que ingresan a nuestro interior sin permisos y revisiones. Alinearnos nos conduce a revisar, a refundar, a hacer lugar a lo novedoso de nuestra existencia incluyendo lo que elegimos nos habite Nuestra galaxia también se alinea, y así las consecuencias en nuestro psiquismo, en nuestro ADN, en nuestros pasos a veces apresurados por el planeta, pero siempre presentes en el devenir histórico, social, político y cultural de la época en la que transcurrimos. "Aunque las historias sobre la creación de antiguas civilizaciones como la hopi, la hindú y la maya difieren en los detalles, generalmente coinciden en lo referente a la naturaleza cíclica del universo. Los mayas sabían que durante una zona de tiempo antes y después del solsticio de invierno del 2012, la tierra y todo nuestro sistema solar está en una posición extraordinaria en todo sentido que cruzaremos una línea imaginaria que define a las dos mitades de nuestra galaxia con forma de disco a medida que los planetas de nuestro sistema solar se alinean unos con otros y con nuestro sol, el acto de cruzar la línea ecuatorial de la galaxia también nos alinea con la fuente misteriosa de energía que yace en el núcleo de la Vía Láctea. Este alineamiento -y las condiciones creadas por él-, señala la finalización del gran ciclo, tal como ésta indicado en el calendario maya." (Gregg Braden, Taos, Nuevo México, 2009) "El ciclo en el que estamos actualmente equivale aproximadamente a una quinta parte de otro mas grande, el quinto y último mundo en las tradiciones mesoamericanas, que describen la presesión de equinoccios. Nuestro viaje de 25625 años a través de las doce constelaciones del zodíaco, que suele redondearse a 26.000 años." "Civilizaciones antiguas, como la griega y la egipcia, utilizaron las constelaciones cambiantes del firmamento nocturno para señalas el progreso de nuestro viaje de 25625 años a través del zodíaco. Dentro de cada período de tiempo, la tierra pasa por cinco eras mundiales, cada una de las cuales dura 5125 años. Si dividimos la duración del ciclo zodíaco completo (25625 años) por la duración de la actual era mundial (5125 años), el resultado es exactamente cinco. En otras palabras, hay cinco eras mundiales en un ciclo completo de nuestro viaje a través de los signos zodiacales". "Los registros históricos muestran que nuestra velocidad a través el firmamento ha variado a lo largo de historia. Los satélites modernos revelan que la tierra tarda unos 72 años para pasar por un grado de nuestra órbita zodiacal. Esto significa que, en el momento actual, se requieren unos 2160 años para atravesar completamente un signo del zodíaco. Esto tiene mucho sentido, pues se cree que la actual Era de Piscis comenzó hace unos dos mil años, y que nos estamos acercando a su fin a medida que entramos en la nueva Era de Acuario." -2012 ¿Qué esperar del cambio de era? (Gregg Braden, traductor Santiago Ochoa, Bogotá, Grupo Editorial Norma 2009). Sin duda vivimos días subyugantes. La vida como expresión del código de amor del multiverso nos imprime en éste alineamiento astronómico la posibilidad de volver nuestra mirada hacia las elecciones álmicas y de nuestra personalidad. Caminar por las calles del planeta comprendiendo que nuestra principal misión es ser lo que somos: seres multidimensionales que vibramos y emitimos mensajes hacia el planeta y hacia el multiverso. Nuestros mensajes son códigos resonantes que habilitan consecuencias. De esto se trata el libre albedrío. De decisiones concientes. De elecciones luminosas que posibilitan el despertar de códigos impresos en nuestro ADN que redoblan la potencia del ser. Días subyugantes en los que la ciencia y la espiritualidad comienzan a dialogar y a llegar a acuerdos que prestigian nuestro devenir como parte de la creación. El código del amor, es el código de la expansión del multiverso. Es el código de la divinidad. El amor no es una palabra dulce que rellena huecos difusos. El código amor del multiverso es la vida misma, es vibración sonido-color que siembra experiencias singulares en cada uno de nosotros y en cada galaxia, estrella y soles existentes. Ya Spinoza nos hablaba de Ética y Potencia. Ética, Potencia y Libre Albedrío nuestras herramientas para que nuestro hermoso Planeta Azul se hermane en éste nuevo amanecer galáctico en la fundación de la bondad, la generosidad, la libertad y la justicia de y para los que habitamos el Planeta Tierra. |
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Lic. Rut Cohen
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Recuerdo que hace unos años tuve una discusión con amigos, en la que estábamos deliberando sobre el tema de
las inversiones económicas y las ventajas y desventajas de tener valores de reserva a corto o largo plazo.
El tema es que la conversación poco a poco y sin que nos percatáramos de ello, empezó a tener otras connotaciones, hasta que al poco tiempo y no me explico el porqué, terminamos hablando de la vida y de lo que convenía atesorar o no, pero no ya relacionado con las cuestiones de dinero sino con razones más abstractas que abarcaban desde valores morales, hasta de las cosas más sutiles y abstractas como los pensamientos, el espíritu y temas que hoy recuerdo como algo parecido a atesorar estados vibracionales elevados, y otras cosas más que se escapaban grandemente de los temas que habíamos empezado a tratar al principio. El tema es que después de esa charla, y periódicamente cuando nos vemos, recordamos con emoción todo lo sucedido aquella noche. Y si bien sería exagerado decir que desde ese día todos los que estuvimos allí empezamos a ser diferentes, creo que algo de ello es cierto, ya que más de una vez para justificar algún acto en nuestras vidas nos remitimos a los temas charlados aquella noche. Cada vez que sucede algo así, y luego cuando nos hablamos por teléfono o nos vemos, nos comentamos lo que sucedió y como la charla nos ayudó a decidir nuestras acciones,.Entre los participantes de esa jornada tan interesante se mantiene una unión y comunicación como no la tengo con otros grupos de personas. Es que es lógico que cuando hablamos de valores, cuando en este mundo lo material es tan importante, también salga a relucir los valores referidos a nuestra vida interior, como "lugar" o "espacio" en donde se gesta nuestro actuar en el mundo y la forma en que encaramos los problemas y también los placeres de la vida. Después de todo podemos tener muchos valores materiales, pero si no tenemos la actitud o valores interiores para aprovecharlos, lo material pierde su sustancia y hasta puede transformase en una pesada carga que transportar. Lo que hablamos aquella vez tiene que ver con eso, con el logro interior de desarrollar las prestaciones necesarias para tener la calma suficiente para no cometer errores, también la de tener la presteza de entrar en acción en forma rápida para no perder las oportunidades. Hablamos de la tolerancia a la frustración, y recapacitamos las veces que fracasamos en la vida y cómo luego y tal vez por esos fracasos logramos un genial triunfo. También hablamos de la capacidad de disfrutar, de ser felices y ocupar la mente en el momento que estamos viviendo, para maximizar la experiencia, y sentir que estamos vivos. No faltó en aquella noche las alusiones a temas filosóficos y abstractos y me acuerdo que hablamos de las experiencias de las personas y la curiosidad de que algunas siempre tienen experiencias desagradables y otras al contrario parece que fueran siempre felices y nutritivas. Respecto a esos temas es que empezamos a divagar sobre las frecuencias vibracionales de las personas y cómo lograr estar en un escalón más alto de esa escala para tener experiencias mejores y más agradables. Muchas de esas cuestiones quedaron siempre como "temas a volver a tratar" es decir pendientes hasta que alguna vez tal vez se repita la alineación de "astros" que se dio aquella vez y podamos seguir hurgando en esos temas tan interesantes. Nos suele pasar (pasó un par de veces en realidad) que me llama uno de estos amigos y aparenta tener una charla normal como la que tenemos periódicamente y luego de un rato de intercambio, me dice: "en realidad te llamé para comentarte algo que se me ocurrió sobre, esa charla que tuvimos esa vez ." Y allí me cuenta las nuevas ocurrencias a su discurrir filosófico que habrá tenido en los últimos tiempos. Siempre disfruto de esos comentarios y de la forma en que armamos las situación para volver al recuerdo de aquella charla de amigos, que me gustaría volver a vivir algún día, en donde fuimos creadores de valores que de una forma u otra, sé que nos afectó a cada uno en forma indudable pero que intuyo también que afectó a mas personas, todos aquellos que nos rodean y tal vez a otros más alejados, que alguna vez hayan entrado en contacto con nosotros. Pienso que sería bueno para nuestra cultura que realicemos actos en que expresemos y consensuemos nuestros valores, que esos valores sean para el crecimiento tanto material como espiritual y que luego regalemos los frutos a todos los que nos rodean, a modo de lograr un mundo mejor. No es nada extraño lo que estoy imaginando porque en realidad lo hacemos permanentemente pero con valores negativos, que degradan, que enferman y deprimen, al comentar las noticias catastróficas que suceden en las ciudades, muertes, asesinatos, accidentes, y para lo cual los noticieros de la radio y la televisión están tan "profesionalizados" en darnos. Y los efectos lo vemos a diario: parecería que estamos cada vez peor o al menos casi seguro que mejor no estamos . |
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Licenciado Alejandro Giosa
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Ser madre no es cualquier cosa, el valor de una madre es enorme, ella siempre esta cuando más la necesitas dándote todo su amor. Una madre es un ser humano especial llena de fuerza para brindarnos lo mejor día a día, extraordinaria, de un corazón inmenso lleno de amor desinteresado e incondicional. Aprecio mucho todo lo que hiciste por mi porque se que fue muy valioso tus enseñanzas. Tú fuiste lo más hermoso que existió, me transmite todo tu amor y hoy es el mejor recuerdo que llevo grabado en mi corazón, gracias por haber sido mi mamá. Hoy quiero resaltar todos tus valores y agradecerte por cada uno de ellos porque gracias a lo que me transmitiste hoy soy la persona que soy y me siento orgullosa y feliz. Fuiste un ser amoroso, noble, honesto, Sincero, responsable, sencilla, Tolerante, bondadosa y mucho más. Tu presencia despertaba confianza, amor a la vida y esperanza en un futuro mejor. Quiero agradecerte que hayas estado en mi vida que puede contar contigo en momentos difíciles, compartir mis alegrías, y haber generado una linda amistad. Aprendí con el correr del tiempo y en mis andanzas de cada uno de tus consejos valorados en cada acto de mi vida. Hoy no estas a mi lado pero si están los hermosos recuerdos vividos, me hubiera gustado recibir más enseñanzas, consejos y compartir contigo mis alegrías. Te fuiste de mi lado, en silencio fue tu partida. Mi corazón se ha debilitado por tan repentina despedida. Tu espíritu luchador a la vida se aferraba ese último fin de semana. Dios, a su lado te llamaba, sin pensar el dolor que dejabas. En ángel te has convertido y se que estas conmigo. Pronto nos de reunirnos y finalizaremos los que nos quedo sin concretar en este mundo. En el mes de la madre quisiera poderte abrazar y decirte gracias por todo. Tus errores los descarto porque todos nos equivocamos, hoy solo quiero recordar lo maravilloso que fue vivir a tu lado porque el querer de una madre, no tiene comparación. No temeré cuando llegue mi momento pues tu presencia me confortará. Me esforzaré por ganar el cielo para no perderte nunca más. Mientras tanto, guía mis pasos. Ayúdame a empezar a valorar la vida Y a poner en practica aquellos valores que un día me enseñaste. Ilumina mi senda, enséñame el camino. Que tu presencia me rodee siempre hasta que se cumpla mi destino. |
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Prof. Carla Manrique
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Para pensar
La vieja atorrante Hace muchos años, cuando era psicólogo muy joven, trabajé en algunos geriátricos. (...) Muchos de ustedes trabajarán o habrán trabajado en alguna institución, y sabrán que lo que tiene que hacer todo el que trabaja en un establecimiento al ingresar es ir a la cocina, porque la cocinera es la que está al tanto de todo lo que pasa. Más que los médicos incluso. Llegué, entonces, una mañana, me dirigí a la cocina y, como era habitual, le pregunté a la cocinera. -¿Y, Betty, alguna novedad? -Sí, doctor- me llamó así aunque soy licenciado-. ¿Ya vio a la vieja atorrante? -No - le dije asombrado-. ¿Entró una abuela nueva? -Sí, una viejita picarona. Me quedé tomando unos mates con ella y no volví a tocar el tema hasta que entró la enfermera y me dijo: -Gaby, ¿ya viste a la atorrante? -No -le respondí. -Tenés que verla. Se llama Ana. Lo primero que me llamó la atención fue que utilizara, para referirse a ella, el mismo término que había usado la cocinera: atorrante. Pero lo cierto es que habían conseguido despertar mi interés por conocerla. De modo que hice mi recorrida habitual por el geriátrico y dejé para el final la visita a la habitación en la que estaba Ana. En esa hora yo me había estado preguntando de dónde vendría el mote de vieja atorrante. Supuse que, seguramente, debía ser una mujer que cuando joven habría trabajado en un cabaret, o que tendría alguna historia picaresca. Pero no era así. Cuando entré en su habitación me encontré con una abuela que estaba muy deprimida y que casi no podía hablar a causa de la tristeza. Su imagen no podía estar más lejos de la de una vieja atorrante. Me acerqué a ella, me presenté y le pregunté: -Abuela, ¿qué le pasa? Pero ella no quiso hablar demasiado; apenas si me respondió algunas preguntas por una cuestión de educación. Pero un analista sabe que esto puede ser así, que a veces es necesario tiempo para establecer el vínculo que el paciente necesita para poder hablar. Y me dispuse a darle ese tiempo. De modo que la visitaba cada vez que iba y me quedaba en silencio a su lado. A veces le canturreaba algún tango. Y, allá como a la séptima u octava de mis visitas la abuela habló: -Doctor, yo le voy a contar mi historia. Y me contó que ella se había casado, como se acostumbraba en su época, siendo muy jovencita, a los 16 años con un hombre que le llevaba cinco. Yo la escuchaba con profunda atención. -¿Sabe? -me miró como avisándome que iba a hacerme una confesión-, yo me casé con el único hombre que quise en mi vida, con el único hombre que deseé en mi vida, con el único hombre que me tocó en mi vida y es el hombre al que amo y con el que quiero estar. Me contó que su esposo estaba vivo, que ella tenía ochenta y seis años y él noventa y uno y que, como estaban muy grandes, a la familia le pareció que era un riesgo que estuvieran solos y entonces decidieron internarlos en un geriá-trico. Pero como no encontra-ron cupo en un hogar mixto, la internaron a ella en el que yo trabajaba, y a él en otro. Ella en provincia y él en Capital. Es decir que, después de setenta años de estar juntos los habían separado. Lo que no habían podido hacer ni los celos, ni la infidelidad, ni la violencia, lo había hecho la familia. Y ese viejito, con sus noventa y un años, todos los días se hacía llevar por un pariente, un amigo o un remisse en el horario de visita, para ver a su mujer. Yo los veía agarraditos de la mano, en la sala de estar o en el jardín, mientras él le acariciaba la cabeza y la miraba. Y cuando se tenían que separar, la escena era desgarradora. ¿Y de dónde venía el apodo de vieja atorrante? Venía del hecho de que, como el esposo iba todos los días a verla, ella le había pedido autorización a las autoridades del geriátrico para ver si, al menos una o dos veces por semana, los dejaban dormir la siesta juntos. Y entonces, ellos dijeron: -Ah, bueno... mirá vos la vieja atorrante. Cuando la abuela me contó esto, estaba muy angustiada y un poco avergonzada. Pero lo que más me conmovió fue cuando me dijo, agachando la cabeza: -Doctor, ¿qué vamos a hacer de malo a esta edad? Yo lo único que quiero es volver a poner la cabeza en el hombro de mi viejito y que me acaricie el pelo y la espalda, como hizo siempre. ¿Qué miedo tienen? Si ya no podemos hacer nada de malo. Conteniendo la emoción, le apreté la mano y le pedí que me mirara. Y entonces le dije: -Ana, lo que usted quiere es hacer el amor con su esposo. Y no me venga con eso de que ¿qué van a hacer de malo? Porque es maravilloso que usted, setenta años después, siga teniendo las mismas ganas de besar a ese hombre, de tocarlo, de acostarse con él y que él también la desee a usted de esa manera. Y esas caricias, y su cara sobre la piel de sus hombros, es el modo que encontraron de seguir haciéndolo a esta edad. Pero déjeme decirle algo, Ana: ése es su derecho, hágalo valer. Pida, insista, moleste hasta conseguirlo. Y la abuela molestó. Recuerdo que el director del geriátrico me llamó a su oficina para preguntarme: -¿Qué le dijiste a la vieja? -Nada- le dije haciéndome el desentendido- ¿Por qué? La cuestión fue que con la asistente social del hogar en el que estaba su esposo, nos propusimos encontrar un geriátrico mixto para que estu-vie-ran juntos. Corríamos contra reloj y lo sabíamos. Tardamos cuatro meses en encontrar uno. Sé que, dicho así, parece poco tiempo. Pero cuatro meses cuando alguien tiene más de noventa años, podía ser la diferencia entre la vida y la muerte. Además ella estaba cada vez más deprimida y yo tenía mucho miedo de que no llegara. Pero llegó. Y el día en el que se iba de nuestro geriátrico fui muy temprano para saludarla, y en cuanto llegué, la cocinera me salió al cruce y me dijo: -No sabés. Desde las seis de la mañana que la vieja está con la valija lista al lado de la puerta. -Yo me reí. Entonces fui a verla y le dije: -Anita, se me va. Y ella me miró emocionada y me respondió: -Sí doctor... Me vuelvo a vivir con mi viejito. -Y se echó en mis brazos llorando. -Ana- le dije- Nunca me voy a olvidar de usted. Y como habrán visto, no le mentí. Jamás me olvidé de ella, porque aprendí a quererla y respetarla por su lucha, por la valentía con la que defendió su deseo y porque gracias a esa vieja atorrante, pude comprobar que todo lo que había estudiado y en lo que creía, era cierto: que es verdad que la sexualidad nos acompaña hasta el último día y que se puede pelear por lo que se quiere aunque se deje la vida en el intento. Y además, porque la abuela me dejó la sensación de que, a pesar de todas las dificultades, cuando alguien quiere sanamente y sus sentimientos son nobles, puede ser que enamorarse sea realmente algo maravilloso y que el amor y el deseo puedan caminar juntos para siempre.
Enviado por Dra Beatriz Jara, abogada
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Gabriel Rolón
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