Cada hombre tiene una función en la comunidad y debería sentirse apoyado por todos los otros y poder así trabajar
con cálido fervor.
Pero cada uno se siente solo, trágicamente solo como Moisés entre los "seiscientos miles de hebreos que él guaba". *** Cada uno vive en su universo espiritual en el cual nadie penetra para ayudarlo. *** Soledad del hombre genial, del aristócrata, del soldado, del poeta Cuanto más un hombre es grande más él es noble, heroica, genial, más el se siente capaz de amar y se encuentra solo. Pero por otra parte la soledad le procura la paz necesaria para realizar su obra y le permite ganar la grandeza y descubrir la belleza. |
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Doctora E. Graciela Pioton-Cimetti
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Mi primera soledad fue el encuentro con el colegio. Aquí transcribo un extracto de «Nicanor
- Fragmentos de una historia larga hacia la marea alta de la vida» y comienza así:
«Árboles, María (mi gobernanta), pájaros, invierno, café, leche, radio, atardecer, abuela, tejido, novela,
cuento, noche, rosa, sueño, sensación, mañana, despertar, colegio, tristeza, ómnibus, ventanilla, tristeza
»
En el colegio Árboles, María, pájaros, invierno, fuego, café, leche, radio, tarde, abuela, tejido, novela, cuento, noche, rosa, sueño, sensación, mañana, despertar, colegio, tristeza, ómnibus, ventanilla, tristeza, cielo gris, llegada, colegio, rejas, piano, solfeo, tristeza, oración, capilla, lujo, somnolencia, delantal blanco, tinta, mancha, penitencia, recreo. Tenía razones para detestar el maldito colegio. No podía hablar con las manos adelante, sino recitar las lecciones con ellas cruzadas en la espalda; en el sentido opuesto al de orar. Sí, porque las manos desaparecían hacia atrás y la voz se perdía en el cerebro buscando imágenes para después salir por la nariz. El mentón se hundía contra el pecho pero sin humildad. *** Hubo un recreo imborrable en el que María Cristina D y yo nos quedamos en el aula de clase. Teníamos 6 años y estábamos en primer grado. Yo, como siempre, dibujaba y hablaba sola, porque los niños hablan solos, como los grandes, para consolarse mientras la imaginación teje cuentos, tal como las abuelas chalecos. Entonces vi a María Cristina tomar la lapicera de oro de Chiche, la hija de un aceitero rico. Sonó el timbre y salimos a formar, yo antes que ella para evitar pelotones bajo el cuadro del pobre Cristo en el gran patio, donde las filas se formaban rápidamente para entrar. Sacamos los libros de lectura, había un OSO = O-S-O = OSO = O-SO; el dibujo mostraba una bellísima bestia dorada, con bigotes alegres y nariz negra, y pelos por todos lados. Se parecía, curiosamente, a mi osito de peluche, el que me llevara papá en vacaciones a Miramar. Los gritos y los llantos me llegaron suspendiendo la contemplación. Era mi compañera de banco, Chiche que lloraba, porque no encontraba su pluma de oro. La hermana revisó los bancos uno por uno, así como las cajoneras. La lapicera de oro estaba en la mía. No hubiera podido denunciar ni culpar a María Cristina, pero nunca pude deshacerme del horror de la culpa que cayó sobre mí, ese día, a los 6 años. Ese día podrían decir todos que no pasó nada a excepción de ciertas lágrimas de sorpresa, si es que las hubo, aunque no creo, porque la sorpresa va siempre más allá del dolor. Cincuenta años más tarde todavía recuerdo y sufro, con ciertas posiciones exageradas de la vida, la burda cicatriz formada a partir de la herida. *** Cincuenta anos más tarde me acuerdo todavía dolorosamente en relación a ciertas posiciones exageradas de la vida y a la cicatriz grotesca que la dejado la herida de mi primera soledad *** Es el 31 de diciembre del 2016 a 17 horas que comienzo este artículo. Estoy de acuerdo sobre el tema y también reconozco estar rodeada de gente pero no por eso menos sola. Volveré dentro de dos días. Dejo aquí el ano 2015, extraño, magnifico, temible *** Es el 12 de febrero del 2016. Vuelvo a escribir según lo convenido. Dejo el párrafo escrito en el penúltimo día del 2015 como prefacio. Pasaron muchas cosas del orden de la incertidumbre y de la confusión. He vivido enero 2016 deseando partir a tomar mis vacaciones habituales en Argentina. ¡Tendría que haber partirlo el 6 de febrero pero no le hice! En realidad nada se complicó para impedirme el viaje. Si no lo hice es porque no tuve ganas de ir porque tuve miedo de no volver jamás. *** Me ha sido necesario un duro trabajo sobre mi misma para comprender la situación. El tema me paralizo porque me di cuenta que fue en Argentina que había vivido mi soledad la más profunda que me había llevado a partir para nunca más volver: definitivamente *** Todo paso en esa época de 1978. Estaba la guerrilla, la inseguridad y en mi trabajo como conseja médico forense de la marina argentina todo se había vuelto difícil de comprender. Pedí fondas a la Universidad y al Estado para hacer un trabajo social sobre los indígenas del Norte. Nunca lo aceptaron, no dieron. *** Se los fondos bien que las bases de mi vida profesional las construí allá y que no había pensado partir. Mi posición objetiva era excelente y lo merecía. *** Comprendí que me quedo ó me voy siempre por amor. A los 16 años quería partir, a Italia pero entonces conocí al padre de mis hijos y nos casamos. Al paso del tiempo el hombre que yo quise se volvió un tirano. Entonces me sentí sola por su falta de reconocimiento, sus juicios gratuitos y el hecho que influenciaba a mis hijos contra mí. Él estaba más en casa que yo porque había dejado la Marina. Como consecuencia yo debí trabajar por dos. La soledad de la falta de reconocimiento de su parte me hirió. Sus mentiras que marcaban a nuestros hijos y su propia vida fueron determinantes. Cuando el falleció dejé de ser juzgada. *** También partí a Francia por amor, para terminar con esa infinita soledad. Dejé atrás los reconocimientos profesionales, mi medalla de oro que me había otorgado la universidad por un trabajo social de Riego y desarrollo quedó por ahí y me acuerdo que al regresar de Santiago de Estrro a casa con regalos, todos dormían. Me respondió el silencio. *** Entré en Francia creyendo que al fin el amor había llamado a mi puerta y que yo no sufriría nunca más de la soledad pero después de 29 años la muerte del ser querido dio lugar a una nueva soledad. Pero de todas las soledades de la vida la peer y que perdurará siempre fue la muerte de mi hijo mayor. Duelo que me acompaña y no se terminara nunca ¿Quién puede decir que un duelo de amor se termina? *** En la vida en general, el duelo mas difícil de hacer es el de la traición. *** ¿Con respecto a mi soledad de hoy? ¿Cuál es la soledad que me amenaza? Es la pregunta que me hago hoy. A reflexionar La desconfianza se ha instalado en mi vida y ella es el síntoma de la presencia de la soledad.
Hecho en Paris el 21 de febrero del 2016
y este articulo esta muy lejos de estar terminado. Parece que hay una enorme piedra que me obstruye el camino de la comprensión. Trato de dialogar con mi yo profundo. Mi soledad actual responde que por el momento mi única compañía es Dios y que él nunca me faltó. ¡Luego nunca estuve definitivamente sola! No estoy sola ni nunca lo estaré. |
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Doctora E. Graciela Pioton-Cimetti
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Navidad abriendo los portales hacia:
Un estado general de paz, de alegría y de bondad. Un estado particular de armonía, de libertad, de luminosidad. Un abrazo a la sensación de nuestros cuerpos emocionales, físicos, mentales y espirituales. Un andar constante con nuestros sueños y ensueños haciendo posible nuestros entornos amigables. Que el manto de comprensión, de autonomía que cubre nuestros hombros se trence en lo general combinando diferencias. Que el artista que nos habita aparezca y escriba su poesía sin censuras y con integridad. Que el empoderamiento se instale en nuestras personalidades haciendo lugar a subjetividades disímiles en mundos posibles altruistas y fraternales. Que sembremos nuestro planeta con pinceladas múltiples de deseos y obras donde la relación con los otros sea amplia guitada por la sabiduría aceptando que la verdad tiene rostros diversos. Que la fuerza del movimiento que las imágenes de nuestra realidad producen nos conecten con la empatía, la percepción, la inteligencia emocional haciendo surgir artesanías colectivas con el lenguaje del amor. Que la energía critica que hoy cubre el planeta persista en nuestros días reconectándonos con nuestra esencia. Esa esencia representada en el multiverso por galaxias, estrellas, agujeros negros bailando conjuntamente irradiando la magia de la creación. Que los pétalos de rosas nos acaricien y nos bañe el perfume del jazmín. Que los enigmas de la existencia se resuelvan con una canción que intensifique el clamor por la condición humana que fue, es y será armonía, justicia, libertad y creatividad. |
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Lic. Rut Cohen
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El concepto de soledad tiene connotaciones fundamentalmente emocionales. No tendría que
ser así. Solo describe una situación que básicamente se refiere a no estar con seres de la
misma especie por ejemplo. Se dice que alguien está solo cuando no está acompañado por otra
persona. También se dice que un perro está solo cuando no está con otros perros u otras personas. Pero
el significado más común que se le da es cuando una persona está sin pareja. En esa situación
la soledad toma carácter negativo, de situación a evitar o corregir en el menor tiempo posible.
Estrictamente la mente humana se confunde y no percibe que la soledad es imposible. Siempre estamos rodeados por otros seres y cosas. Si estamos en la cumbre de una montaña solos y apreciamos la belleza circundante que nos asombra, es difícil darle a esta situación significado negativo. También es factible encontrar personas saben apreciar lo que les rodea y no pueden sentirse solos. La estrechez de la mente nos hace sentirnos solos. Y la mente humana es especialista en reducir el campo de percepción de acuerdo a nuestro estado emocional. Es cierto que lo emocional también está influenciado por el entorno, pero la voluntad humana, muy poco utilizada, nos da la energía para salir de cualquier situación limitada en la que nos encontremos. Mucha gente se deprime cuando pierde un compañero y rara vez logra superarse de esa situación. Da pena que la dejadez de la que somos capaces como humanos no haga despreciar tanto la vida. Le quita toda dignidad a estar vivo y es solo una idea, una sensación creada por uno mismo, por las debilidades que poseemos desde que nacemos y hacemos cada vez más terroríficas en lugar de superarlas y evolucionar en el camino de la vida. ¿Si la vida no está para mejorar y vencer al tiempo, de qué sirve estar vivo? Tal vez creemos que es demasiado tarde para empezar un camino de superación, o a veces creemos que somos demasiado jóvenes para «perder» el tiempo en esas cosas cuando la vida es tan divertida. Siempre hay una excusa posible y válida para evitar crecer espiritualmente. Es también que las religiones usurparon el derecho de poseer la espiritualidad e hicieron de ésta algo aburrido y sin metas concretas, un utópico de valores discutibles y poco tangibles, cuando la espiritualidad es la vida misma del hombre, y es la base del buen vivir. ¿Qué me dirían si les dijera que la espiritualidad es lo más divertido en lo que puede involucrarse un hombre? La mayoría no me creería. Pero la vida de un hombre espiritual es la vida de un hombre sabio, fuerte, inteligente y astuto. ¿Podría un hombre así ser aburrido y lúgubre? Mas me parece que no. Todo lo contrario. Una persona con virtudes es una persona interesante, apasionante y la espiritualidad es alegría y diversión. Diversión bien entendida, no como la diversión humana que siempre perjudica a alguien o a algo. Es divertido cuando nos divertimos todos, no cuando uno la pasa bien y otro mal. Un hombre sabio sabe que la soledad no existe. En este mundo al menos es imposible. Siempre tiene la posibilidad de jugar con los seres y las cosas que lo rodean y están llenas de conocimiento y alegría. Una flor está llena de alegría, para los ojos que saben verla. ¿Entonces el que se siente solo está equivocado? Creo que tiene la mirada mal enfocada y en general no hizo nada durante su vida para ser mejor. Cuando sabemos la capacidad del hombre para cambiar y potenciar su vida, no podemos sentir lástima por nadie. La gran mayoría tiene la posibilidad de cambiar tenga la edad que tenga. El que no lo hace es porque no quiere. Pocas veces porque no sabe. Pereza es la clave para no cambiar. En este tiempo que vivimos todos sabemos que se puede cambiar. Sabemos que hay formas y también que hay gente que vive feliz, le haya tocado estar solo o acompañado por multitudes. Este es el tiempo que nos toca vivir y hay que vivirlo con todos los retos que nos propone, no hay excusa para no estar mejor. Esto es lo que los terapeutas sabemos pero muchas veces no nos animamos a decirles a los pacientes para no alejarlos de la terapia. Nuestra meta como terapeutas es hacerles saber que no hay excusa para no cambiar y a su vez darles tiempo para que lo hagan. |
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Licenciado Alejandro Giosa
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No es que las cosas están mal. Según parece, hicimos todo mal desde el comienzo, desde aceptar como
dioses a seres de otra dimensión, hasta aprender de ellos la agricultura y la
ganadería.
Jamás tuvimos oportunidad de ser uno con el entorno natural, esta posibilidad fue cortada cuando los atlantes mataron al último lémur de allí en más, no supimos aprender de África nos lanzamos a la conquista de la naturaleza, a su explotación y consumo, sin darnos cuenta que al comernos su carne y bebernos su sangre, eran nuestra carne y nuestra sangre Después quisieron conquistarnos con la magia, el poder y la ciencia y como títeres idiotas aceptamos rendir culto a los hierofantes y faraones, a los mesías e iniciados, a los santos y los garúes, a los físicos e ingenieros. Y nuestra alma se fue achicando y alejándose cada día más de su barca, la única y verdadera barca que nos llevaría "a la otra orilla". No nos equivocamos en el siglo pasado, ni ayer esto viene de muy lejos y se ha desarrollado y convertido en una carga, porque ya no podemos simplemente acampar a la orilla de un río y quedarnos allí a vivir. El lobo solitario que hay dentro de mí aúlla, llora por los bosques y la libertad perdida; mientras el gobernador analiza un nuevo impuesto. Mis dientes de fiera silvestre quieren desgarrar su cuello, pero mi parte civilizada no podría resistir la prisión. No es mi moral lo que me detiene, sino el miedo. He estado cerca de los centros de poder, almorzado con el presidente y compartido días, comidas y charlas con generales. ¿Y sabes que se siente? Nada. Todo está vacío. Solo la barca y el bosque valen la pena. Un día hallé al amor de mi vida, retozamos juntos en el prado, hicimos el amor mil veces, reímos y lloramos, hasta que, otro día, todo se volvió monótono y aburrido y ella ya no quiso oír a su maestro, ni tener sexo con el mejor amante de su vida y el lobo aulló, por soledad y por no comprender aunque la barca y el bosque seguían allí. No, no creas que sólo tengo quejas. Yo creía en el mundo, en el futuro. Tuve maestros y garúes, iniciaciones y grados, hable frente a la muchedumbre, escribí libros y he visto mucho tal vez demasiado. Todo lo que está aquí, en este mundo, es una gran atadura. Lo es tu mujer, tus hijos, la casa, el automóvil, el trabajo, la logia, el club y hasta tu madre primera atadura de todas. Están puestos para que sufras y el dolor te haga doblar la espalda, hasta que no puedas enderezarla y te cataloguen como "viejo". Es así de sencillo. Ellos se ocupan de darte un nombre y un numero, para que, de allí en mas, no puedas escapar. Y por si acaso, el sacerdote de la religión de tus padres se hará cargo de sellar tu pineal para que no puedas ver nada más que lo permitido. Y está listo el lobezno convertido ya en lanuda oveja. Quisiera subirme a la barca, pero no puedo encontrarla, lo que tengo es un gran cuerpo de dolor, ellos han ganado, no puedo negarlo. O tal vez no
Guaynabo, Puerto Rico, enero del 2016
exclusivo para «S.O.S. Psicólogo»
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Juan Carlos Laborde
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Para mi la soledad tiene un gran sentido en mi vida, no piensen que soy un
ser ermitaño al contrario soy un ser sociable que solo aprecia la compañía de si
misma, porque considero que es la más honesta y fiel de las amistades de
cualquier individuo.
No es fácil estar con uno mismo y escuchar los reclamos del ser interior. Si tengo que explicar que significa la soledad les diría:
La soledad no es el silencio, es el reencuentro consigo mismo.
Valoremos la compañía interior y las relaciones para crecer y no para evadirse del espíritu. |
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Prof. Carla Manrique
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Miró el entorno de la habitación y le resultó desconocida, buscó ayuda y sin pensarlo recurrió a esa persona que hacía tantos años no llamaba. Le costó llegar a la agenda de teléfonos. La sed lo dominaba todo, y la cabeza partida en mil pedazos. - ¿Me recuerda soy Anahí? - Claro que te recuerdo ¿Cómo estás? Estoy trabajando, en qué te puedo ayudar. Anahí relató con total insensibilidad los hechos, hasta le puso un tono gracioso e hizo varias bromas. - Tomate un vaso de agua y venís a verme urgente_ Ordenó la voz. Así lo hizo. Explicó todo lo ocurrido, pero no imaginó que se le pediría que lo repitiera tres veces. Las piernas temblaban y la pesadez comenzaba a sentirse. Para la última explicación ya intentó hacerlo pero comenzó a tartamudear y toda aquella insensibilidad se había convertido en un gran temor exacerbado por un sentimiento de ira. Se preguntaba para qué había recurrido a esa mujer que hacía tanto tiempo no veía y que no sabía nada de su actual historia. - Me voy, no creo que usted comprenda después de tanto tiempo. - De aquí no te vas, y sabes que comprendo, sino no hubieras venido, sos demasiado inteligente para subestimarte. Ni bien dio dos pasos hacia afuera, tres personas se le acercaron, la rodearon y le impidieron la salida. - Te vas solamente si alguien te viene a buscar. - Por qué? Puedo irme sola tal como vine. Se le dieron todas las explicaciones, pero Anahí insistía en irse y en que no la toquen. De su celular extrajeron los números de teléfonos y comenzaron a llamar uno por uno desde la A hasta la Z. Cuando explicaban lo sucedido, todos se mostraban muy ocupados para ir por Anahí. Y no era un día común, aunque ella insistiera a pesar de su mareo, y la humillación que comenzaba a sentir en cada llamada frustrada. - Tengo que hacerte algunos estudios, necesito saber si estás en peligro de colapso pulmonar. - ¿Por qué? Si yo estoy bien, ya puedo volver a casa. - No estás bien. Ocho horas más tarde volvió a su casa acompañada por el único familiar que se presentó, quien la dejó a las puertas de su casa, sin siquiera mirar si había entrado correctamente aún viendo las piernas de Anahí temblorosas. Pero ya en su casa, olvido los olvidos, y cerró las persianas que habían quedado abiertas de la mañana temprano. Cerró la puerta con llave y se abstrajo del mundo durmiendo tres días seguidos despertándose solo para beber un té o un simple vaso con agua. Cinco días más tarde recibió dos llamados telefónicos a quienes les narró lo sucedido y en ambos casos recibió la misma respuesta: - ¿Vos estás segura? ¿No lo habrás imaginado? Se preguntó por un momento por qué debía de ser ignorada cuando tanto necesitaba ser vista. Y por qué había esperado tantos días oír en el teléfono a un ser amado si ya se había acostumbrado a «tenemos que vernos un día de éstos», «mañana no puedo», «la semana que viene nos juntamos». Decidió no echar culpas, pero todavía con ira ante la indiferencia. Todos éstos seres que se hacían llamar familia, los barrió de su vida y los echó fuera en una bolsa junto con el egoísmo, la soberbia y la incomprensión producida por la ignorancia. Entonces, estudió, se interiorizó e hizo todo a su alcance para salir sola del pozo en el que obviamente, sin quererlo ni desearlo había entrado. Ese túnel que pocos conocen, color gris opaco por donde se lo mire, solo hay «gris» y una vez dentro es imposible subirlo, a no tocando el fondo, pero siempre está el gris. Después de mucho llorar comprendió su camino, y sin miedo de equivocarse por escoger el equivocado, comenzó a sanar sus heridas. A cuidarse y a respetarse asimisma. - Te van a pasar cosas _dijo la médica- préstame atención porque es importante. A medida que te vayan sucediendo me vas llamando así te explico. Pero por ahora no puedo decirte nada, cada cual reacciona según su propio cuerpo. Tenés que llamarme a cada paso, entiende que estás sola y eso es muy perjudicial pues contrarresta todo lo que podamos hacer con medicación. Habrá que tener mucha paciencia. Perdió la vista para recuperarla de a poco en los días siguientes. Luego se agudizó su oído al extremo que la caída de un simple alfiler le provocaba un sobresalto. Su casa se movía de un lugar a otro cuando se fue el equilibrio, que recuperó después de largas caminatas a la cocina por un vaso con agua, de rodillas, hasta que éste efecto terminó. Luego comenzó a salir a hacer sus compras y en especial a la farmacia por sendas cantidades de remedios recetados y que ella no olvidaba tomar ninguno, pues si algo quería, era recuperarse. Buscaba la imagen de su madre en su cabeza para sentirse protegida pero hasta ella se desdibujaba. Se preguntó por qué debía de ser ignorada cuando tanto necesitaba ser vista. Y por qué había esperado un día entero oír en el teléfono a un ser amado si ya estaba acostumbrada a «tenemos que vernos un día de éstos», «mañana no puedo», «la semana que viene nos juntamos». La casa se había cubierto por un manto de silencio, no escuchaba radio ni encendía la televisión, tampoco se sentaba delante de la computadora, sólo se la podía ver desde la calle sentada pensando. A veces se quedaba horas contra la ventana en un gran sillón pensando lo que tenía que pensar, lo que nunca debería haber pensado y lo que querría pensar. Pero tranquila, con paz interior, sabiéndose acompañada de sí misma y con ganas de salir adelante y podía comenzar a razonar con claridad, y no cargar con una mochila tan pesada para ella sola, pues los otros habían puesto sobre sus hombros todo el peso. Su primera actividad después de casi un mes fue ir a dar de comer a las palomas a la plaza. El lugar perfecto, rodeada de gente a quienes les narraba todo lo que le pasaba y les preguntaban si estaba acompañada. Se iba sintiendo mejor, todo tenía una razón de ser, sentía alivio y el sol en la cara pasó a ser el regalo más preciado. La paz del desayuno, la luz en la ventana, el «tengo todo el tiempo del mundo», la hizo sentirse mejor, más fuerte, y enriquecida con su propia historia. El tiempo pasó, pero jamás olvidará aquellos días, que luego se convirtieron en los en los más prósperos de su vida. Pues fue cuando aprendió a valerse por sí misma, en la medida de sus posibilidades, pues si algo le ocurrió en la vida a Anahí, fue que nunca pudo andar sin bastón pues siempre la vida le puso arenas movedizas para transitar. Mucho tiempo después encontró los ciento veinte blísteres que había escondido celosamente para que, en caso necesario, nadie descubriera qué había tomado. Sonrío recordando que de todos modos nadie hubiera ido a buscar nada a su casa y lo principal, nadie había creído, gracias a la ignorancia ciento veinte no fueron suficientes porque nadie miró más lejos de las pastillas. A veces voy a la plaza y busco a Anahí, pero por suerte no la encuentro, aunque la percibo debajo de mi propia sombra. «El pensamiento del suicidio es un poderoso medio de consuelo: con él se logra soportar más de una mala noche» (Friedrich Nietzsche). |
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Silvia Stella, abogada
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Alberto Tarsitano, abogado
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